domingo, 30 de setembro de 2007
NEVADA, Iowa, Sept. 24 — The ethanol boom of recent years — which spurred a frenzy of distillery construction, record corn prices, rising food prices and hopes of a new future for rural America — may be fading.
Only last year, farmers here spoke of a biofuel gold rush, and they rejoiced as prices for ethanol and the corn used to produce it set records.
But companies and farm cooperatives have built so many distilleries so quickly that the ethanol market is suddenly plagued by a glut, in part because the means to distribute it have not kept pace. The average national ethanol price on the spot market has plunged 30 percent since May, with the decline escalating sharply in the last few weeks.
“The end of the ethanol boom is possibly in sight and may already be here,” said Neil E. Harl, an economics professor emeritus at Iowa State University who lectures on ethanol and is a consultant for producers. “This is a dangerous time for people who are making investments.”
While generous government support is expected to keep the output of ethanol fuel growing, the poorly planned overexpansion of the industry raises questions about its ability to fulfill the hopes of President Bush and other policy makers to serve as a serious antidote to the nation’s heavy reliance on foreign oil.
And if the bust becomes worse, candidates for president could be put on the spot to pledge even more federal support for the industry, particularly here in Iowa, whose caucus in January is the first contest in the presidential nominating process. More...
Postado por Luis Favre às 22:47 0 comentários
Marcadores: Biocombustíveis, energia, Etanol, milho, USA
Primeira-dama lidera corrida eleitoral na Argentina
A atual primeira-dama, senadora e candidata à presidência da Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, tem entre 39% e 47% das intenções de voto, segundo cinco pesquisas publicadas neste domingo, a menos de um mês das eleições.
Analistas concordam que a esposa do presidente da Argentina, Néstor Kirchner, ganhará o pleito de 28 de outubro sem a necessidade de segundo turno, apesar de a oposição insistir que essa possibilidade não será concretizada.
Em segundo lugar está a candidata da Coalizão Cívica, Elisa Carrió, que tem entre 11% e 14% das intenções de voto, de acordo com as cinco pesquisas divulgadas neste domingo pelos jornais "La Nación" e "Página/12".
O instituto de opinião Hugo Haime dá a maior vantagem à primeira-dama: 47,2%, seguida por Carrió com 13%. O Poliarquia, por outro lado, dá a menor diferença entre as duas, com 39,8% para a senadora e 11,7% para a candidata da Coalizão.
A legislação argentina diz que o vencedor é aquele que chega aos 45%, ou aos 40% com 10 pontos percentuais de diferença sobre o segundo.
Fabian Perechodnik, um dos diretores de Poliarquia, assegurou que qualquer jeito neste cenário não há segundo turno, porque de 22,7% de eleitores indecisos, "pelo menos um terço deles pode acabar votando em Cristina Fernández, e assim ela pode chegar aos 50%."
Segundo esta pesquisa, 44% dos que votarão na primeira-dama o fazem "porque Kirchner fez um bom governo."
No terceiro lugar das pesquisas está o ex-ministro da Economia Roberto Lavagna, com entre 7% e 13 % dos votos, enquanto em quarto lugar está o peronista dissidente Alberto Rodríguez Saá, recentemente reeleito governador da província de San Luis.
Caso vença as eleições, a senadora Cristina Fernández se transformará na primeira mulher chefe de Estado da Argentina escolhida pelo voto direto.
Postado por Luis Favre às 20:36 0 comentários
Marcadores: Argentina, chner, Cristina Kirchner, eleições presidenciais, Elisa Carrió, Kichner, pesquisa, sondages
Anna Netrebko - Dvorak - Song To The Moon from Rusalka
Postado por Luis Favre às 20:22 0 comentários
Marcadores: Anna Netrebko, arte, Cultura, Dvorak, musica classica, Opera, Rusalka, Song to the moon
Raimundo Carrero e Zuenir Ventura: Jornalismo e literatura
Postado por Luis Favre às 19:50 0 comentários
Marcadores: Brasil Cultura, Brasil Mídia, Fliporto, jornalismo, Literatura, livros, Porto de Galinhas, Raimundo Carrero, Zuenir Ventura
Pelados contra o shopping do Tasso Jereissati
Deu no site do Centro de Mídia Independente (endereço nos FAVORITOS):
"Dando continuidade a uma série de manifestações contra a construção de um estabelecimento comercial à beira do manguezal do Cocó, no dia 23 de Setembro, em Fortaleza, 6 manifestantes ficaram nus para protestar contra a construção da Torre do Iguatemi.
A nudez como forma de protesto foi organizada por membros da Frente Popular Ecológica, Bloco Verde e do Crítica Radical, na largada de uma maratona promovida pelo shopping com a cínica temática: "Iguatemi 25 anos preservando o meio ambiente". As palavras de ordem não só dos pelados, como também dos manifestantes, logo foi repreendida pela ação dos seguranças. Resultado: faixas e megafones apreendidos, três dos seis 'nudistas' presos (dentre eles, um menor de idade), mas com a liberação na delegacia.
Atualmente a situação no entorno do mangue é grave: a obra segue em construção, existem três Ações Civis Públicas (do Ministério Público Federal e Estadual) contra a Torre, e não há sinal algum de revogação (exigência do movimento sócio-ambiental) da obra por parte da Prefeitura, cuja proposta é um referendo que perambula lentamente nos gabinetes e corredores da Câmara Municipal.
Fotos:: [Fortaleza-CE] Fotos da Corrida dos Peladões!
Video:: Video relato do ato dos pelados"
por Tales Faria
Postado por Luis Favre às 14:28 0 comentários
Marcadores: Brasil ecologia, Comportamento, Fortaleza, Manguezal do Cocó, Tasso Jereissati, Torre do Iguatemi
Ser homosexual en el país de Ahmadineyad
Gays iraníes relatan la dureza de vivir en un régimen que niega su existencia y que mantiene la pena de muerte para los 'desviados'
ÁNGELES ESPINOSA - Teherán - El País"Entonces, ¿yo no existo?", exclama incrédulo M., un gay acomodado de Teherán ante la afirmación de que "en Irán no tenemos homosexuales" pronunciada por el presidente, Mahmud Ahmadineyad, en la Universidad de Columbia el pasado lunes. "Lo que debiera hacer es informarse antes de hablar para no meter la pata como con el Holocausto", añade Taha, de los pocos gays iraníes que ha aceptado hablar con este diario. La discreción es la norma de supervivencia en un Estado cuyo código penal establece la pena de muerte para quien mantiene relaciones homosexuales. Algo que también ocurre en países aliados de EE UU como Pakistán, Arabia Saudí o Yemen.
"Ahmadineyad sólo tiene que darse una vuelta cualquier tarde-noche por el parque Daneshju para descubrir que en su país sí que hay homosexuales", sugiere un estudiante universitario. El Daneshju es uno de los típicos lugares de encuentro gay de Teherán. Quizá el más democrático. A diferencia del centro comercial Jam-e Jam, donde el ambiente pijo hace que sus camisetas ceñidas y sus cejas arregladas pasen desapercibidas, en el parque confluyen chicos tanto del norte rico como del sur más modesto. A menos que alguno se muestre extremadamente cariñoso, la policía no suele intervenir.
Como en el caso de los heterosexuales, la República islámica considera inmoral cualquier muestra pública de afecto. De acuerdo con la moral que institucionalizó la revolución islámica de 1979, toda relación fuera del matrimonio heterosexual es ilícita y punible.
"En tanto que homosexuales no tenemos muchos problemas con las autoridades", asegura Taha (nombre supuesto). Este joven de 21 años, que da clases en una academia en Arak, la populosa ciudad industrial en la que Irán está construyendo un reactor nuclear, se refiere a problemas distintos de los del resto de los iraníes.
"Incluso a veces es una ventaja", bromea en referencia a que no tienen que justificar estar junto con su pareja como en el caso de los heterosexuales. También cuando celebran fiestas: "Como no hay mujeres, la policía no se mete tanto con nosotros, a no ser que sean multitudinarias", admite. "Si nos reunimos más de 100 temen que se pueda difundir la enfermedad".
Curiosamente, aunque esa relación se ha practicado tradicionalmente, en persa no ha existido una palabra para definir la homosexualidad hasta el siglo XX.
A Taha no le gusta el término hamjensbaz, que empleó su presidente. "Es despectivo", dice en referencia al neologismo que literalmente significa "jugar con el mismo sexo". Él se refiere a sí mismo como gerá, apócope de hamjensgerá (inclinación por el mismo sexo).
El desprecio es algo a lo que los homosexuales iraníes están acostumbrados. Desprecio, indiferencia, o mirar hacia otro lado como ha hecho Ahmadineyad. "Los iraníes son cerrados respecto a este tema. No se puede hablar libremente", señala Taha. Ni siquiera con la familia más cercana.
"El 80% no lo acepta", asegura este joven. "Yo tengo una familia educada, pero aún no se lo he dicho a mi padre porque incluso la minoría que llega a aceptarlo, lo considera un castigo. Creo que en dos o tres generaciones se habrá superado. De hecho, entre la gente de mi edad no hay problema".
Por ahora, sin embargo, impera la idea de que la homosexualidad es una enfermedad. De hecho, previo certificado médico, quienes se declaran gays quedan exentos del servicio militar. "Es cierto que puedes librarte de la mili, pero ni yo ni la mayoría de mis amigos lo hemos hecho porque luego en la cartilla marca como causa el artículo 29 y todo el mundo sabe de qué se trata", explica Taha. "Eso hace imposible encontrar empleo".
De momento, Taha ha decidido vivir sin pareja. "Me gustaría llegar a ser diputado del Parlamento, pero quiero empezar desde la política local", confía convencido de que sólo desde adentro se pueden cambiar las cosas. Ello le obliga a ser exquisitamente cuidadoso en su comportamiento. Debe evitar verse implicado en incidentes como el que la pasada primavera terminó con Farsad y Farnam, dos jóvenes que celebraban con un grupo de amigos su decisión de irse a vivir juntos, en comisaría.
La policía irrumpió en la fiesta y todos los asistentes terminaron bajo el látigo del verdugo. Su historia y las huellas de los 80 azotes por "relación impropia" que recibieron pueden verse en la página web de la Organización Gay Iraní (www.irqo.net), que tiene su sede en Estados Unidos. Hoy los dos amigos han salido de Irán a la espera de encontrar un país de acogida. Pero su calvario no fue muy distinto del que sufren los jóvenes heterosexuales cuando son descubiertos bailando o bebiendo alcohol en alguna fiesta privada.
Como en el caso de las ejecuciones a homosexuales que periódicamente denuncian las organizaciones internacionales de derechos humanos, resulta difícil probar que a Farsad y Farnam les azotaron por ser gays. "No ejecutan a homosexuales sino a violadores, y yo estoy de acuerdo", defiende Taha.
"Hay que tomar con cierta distancia los informes de Amnistía Internacional y Human Rights Watch [sobre la homosexualidad en Irán]", advierte un diplomático europeo que acaba de elaborar un escrito sobre el asunto para su Gobierno. La reciente actualización del documento de la UE sobre derechos humanos en Irán concluye que "no hay persecución de homosexuales, aunque sigue siendo un tabú social", la ley prevé las máximas penas y el presidente ni siquiera acepta que existan.
Un delito difícil de probar
La homosexualidad no se castiga en Irán... si se autorreprime. "Es la práctica lo que se castiga", explica un observador que ha estudiado la jurisprudencia al respecto. De acuerdo con las leyes iraníes, si no hay relación, no hay pena. Pero incluso cuando la hay, no es fácil probarlo. El Código Penal, basado en la sharia (ley islámica), exige que los implicados -adultos, en pleno uso de sus facultades y que hayan consentido en el acto- "confiesen cuatro veces ante el juez" o, en su defecto, exista el testimonio de "al menos cuatro hombres justos que lo hayan observado"."Desde el advenimiento de la revolución islámica, no recuerdo ninguna ejecución de homosexuales debida sólo a un acto sexual consentido; ha habido ejecuciones, pero atribuidas a violaciones anales", declaró el año pasado alguien tan poco sospechosa de connivencia con el régimen como la premio Nobel Shirín Ebadi. Tampoco desde entonces se han registrado ejecuciones de homosexuales.¿Y los dos jóvenes colgados de una grúa en el verano de 2005? Sus imágenes dieron la vuelta al mundo ante la movilización de las organizaciones internacionales de derechos humanos. Más allá de la repulsa que merezca la pena de muerte y de la gravedad añadida de que uno de ellos fuera menor cuando sucedieron los hechos que se le imputaron, Mahmud Asgari y Ayaz Marhoni fueron condenados por violar a un niño de 13 años.Un repaso a las ejecuciones de homosexuales denunciadas en los últimos años revela que en todos los casos los reos estaban acusados de otros delitos (violación, asesinato, narcotráfico).
Postado por Luis Favre às 13:59 0 comentários
Marcadores: Comportamento, discriminação, gay, homofobia, homossexualidade, Irã, Iran, Mahmud Ahmadineyad, sociedade
René Burri: "Che Guevara était comme un lion en cage"
Par Sid-Ahmed Hammouche (La Liberté) 12H33 29/09/2007
Evoquer le nom du Che devant le photographe René Burri déclenche une avalanche de souvenirs. Lors d'une rencontre à huis clos en 1963, le photographe suisse l'a immortalisé dans un portrait devenu une icône dans le monde entier, à retrouver dans une exposition à la galerie Esther Woerdehoff, à Paris. Entretien.
Comment avez-vous réalisé ce portrait du Che?
En 1963, j'avais tout juste 30 ans quand j'ai débarqué avec Laura Bergquist dans le bureau du Che, à La Havane. La journaliste américaine avait réussi l'impossible en décrochant une interview avec le grand révolutionnaire, trois mois après la crise des missiles.
La rédaction de Look avait reçu l'autorisation des autorités américaines pour réaliser l'interview. En catastrophe, l'agence Magnum avait dû dénicher un photographe, le soir de la Saint-Sylvestre, pour partir à Cuba. J'ai aussitôt quitté Zurich pour Prague, où j'ai pris un Iliouchine soviétique en provenance de Moscou pour La Havane.
Vous êtes arrivé à La Havane quelques jours avant le quatrième anniversaire de la révolution...
C'était le 2 janvier 1963. Le peuple, qui soutenait le nouveau régime, était fier de narguer les Américains. Surtout après l'épisode de la baie des Cochons en 1961, qui marqua la cuisante défaite des Etats-Unis.
La rencontre avec le Che s'est déroulée dans son bureau du ministère de l'Industrie. Un bâtiment au coeur de La Havane. J'ai revu l'endroit au début de cette année, en marge de mon exposition. Rien n'a bougé. Le mobilier est toujours le même, comme si on attendait le retour du Che. Les dossiers, les papiers éparpillés sur le bureau, une immense carte de la grande île des Caraïbes toujours accrochée au mur. Tout est resté figé. L'esprit du Che hante toujours la pièce.
Cela a réveillé en vous le souvenir précis de votre unique rencontre...
Il était en tenue de combat. Il paraissait très nerveux. Les stores de son bureau étaient fermés. Le Che était comme un lion en cage. Je me suis dit que ce révolutionnaire, qui avait parcouru toute l'Amérique latine en moto, était impatient dans son bureau dominant la place de la Révolution à La Havane.
J'ai vite remarqué qu'il n'aimait pas fixer l'objectif. Dans la pénombre, j'ai vidé mes huit bobines. Le Che, colérique, fumait son cigare. L'entretien avec la journaliste américaine a duré près de trois heures. La rencontre a très vite tourné à l'affrontement idéologique. Il a tenté d'expliquer à la reporter américaine les bénéfices de la révolution cubaine.
Pendant ce temps, je réalisais l'une de mes séries de portraits les plus remarquables mais aussi les plus intimes. Reste qu'il ne m'a pas offert de cigare.
Il parait que votre cliché fait un tabac au Mexique...
Effectivement, cette photo du Che est actuellement visible partout au Mexique, dans les métros, les rues, les bistros... Un musée de Mexico a choisi de la mettre à l'affiche pour promouvoir mon exposition "René Burri, Un monde." C'est la meilleure façon de rendre hommage au Che, alors que nous célébrons l'anniversaire de sa mort.
C'est d'ailleurs à Mexico que le Che a rencontré pour la première fois Fidel Castro en 1955 et que le projet révolutionnaire a pris forme, avant d'être rejeté ailleurs par le Mexique. En décembre 1956, Castro débarque donc avec le Che à Cuba.
Aujourd'hui, que reste-t-il du Che à Mexico où à La Havane?
Il reste ce portrait avec le fameux cigare entre les lèvres. Une image qui n'a pas fait de moi un homme riche, loin de là. Les révolutionnaires, les altermondialistes et surtout les capitalistes se sont approprié cette image pour leurs affaires. Chacun selon sa propre logique. A Cuba, vous pouvez acheter des tee-shirts a l'effigie du Che. Et à Paris, la même image en poster géant.
La jeunesse du monde s'est appropriée la figure de cette légende. Dans les rues de La Havane, on ne voit que des posters du Che. Il y a le portrait du photographe Alberto Korda montrant le Che coiffé d'un béret. Il y a aussi le mien, le Che "hollywoodien" avec son cigare... Quarante ans après sa mort, ce révolutionnaire qui a été capturé et exécuté en 1967 en Bolivie fait toujours parler de lui.
► Clamor, grito y amor, 1963-2007 exposition René Burri - galerie Esther Woerdehoff, 36, rue Falguière, Paris XVe - jusqu'au 20 octobre - du mar. au sam. de 14h à 18h - Rens.: 01-43-21-44-83 - plan
Postado por Luis Favre às 13:41 0 comentários
Marcadores: Che Guevara, Exposições, fotos, Historia, René Burri, Revolução Cubana
Is Hillary Clinton the New Old Al Gore?
THE Democrats can't lose the White House in 2008, can they?
Some 13 months before Election Day, the race's dynamic seems immutable. Americans can't wait to evict the unpopular president and end his disastrous war. As the campaign's poll-tested phrasemaking constantly reminds us, voters crave change above all else. That means nearly any Democrat might do, even if the nominee isn't the first woman, black or Hispanic to lead a major party's ticket.
The Republican field of aging white guys, meanwhile, gets flakier by the day. The front-runner has taken to cooing to his third wife over a cellphone in the middle of campaign speeches. His hottest challenger, the new "new Reagan," may have learned his lines for "Law & Order," but clearly needs cue cards on the stump. In Florida, even the most rudimentary details of red-hot local issues (drilling in the Everglades, Terri Schiavo) eluded him. The party's fund-raising is anemic. Its snubs of Hispanic and African-American voters kissed off essential swing states in the Sun Belt and moderate swing voters farther north.
So nothing can go wrong for the Democrats. Can it?
Of course it can, and not just because of the party's perennial penchant for cutting off its nose to spite its face. (Witness the Democratic National Committee's zeal in shutting down primary campaigning in Florida because the state moved up the primary's date.) The biggest indicator of potential trouble ahead is that the already-codified Beltway narrative for the race so favors the Democrats. Given the track record of Washington's conventional wisdom, that's not good news. These are the same political pros who predicted that scandal would force an early end to the Clinton presidency and that "Mission Accomplished" augured victory in Iraq and long-lasting Republican rule.
The Beltway's narrative has it not only that the Democrats are shoo-ins, but also that the likely standard-bearer, Hillary Clinton, is running what Zagat shorthand might describe as a "flawless campaign" that is "tightly disciplined" and "doesn't make mistakes." This scenario was made official last weekend, when Senator Clinton appeared on all five major Sunday morning talk shows — a publicity coup, as it unfortunately happens, that is known as a "full Ginsburg" because it was first achieved by William Ginsburg, Monica Lewinsky's lawyer, in 1998.
Mrs. Clinton was in complete control. Forsaking TV studios for a perfectly lighted set at her home in Chappaqua, she came off like a sitting head of state. The punditocracy raved. We are repeatedly told that with Barack Obama still trailing by double digits in most polls, the only way Mrs. Clinton could lose her tight hold on the nomination and, presumably, the White House would be if she were bruised in Iowa (where both John Edwards and Senator Obama remain competitive) or derailed by unforeseeable events like a scandal or a domestic terror attack.
If you buy into the Washington logic that a flawless campaign is one that doesn't make gaffes, never goes off-message and never makes news, then this analysis makes sense. The Clinton machine runs as smoothly and efficiently as a Rolls. And like a fine car, it is just as likely to lull its driver into complacent coasting and its passengers to sleep. What I saw on television last Sunday was the incipient second coming of the can't-miss 2000 campaign of Al Gore.
That Mr. Gore, some may recall, was not the firebrand who emerged from defeat, speaking up early against the Iraq war and leading the international charge on global warming. It was instead the cautious Gore whose public persona changed from debate to debate and whose answers were often long-winded and equivocal (even about the Kansas Board of Education's decision to ban the teaching of evolution). Incredibly, he minimized both his environmental passions and his own administration's achievements throughout the campaign.
He, too, had initially been deemed a winner, the potential recipient of a landslide rather than a narrow popular-vote majority. The signs were nearly as good for Democrats then as they are now. The impeachment crusade had backfired on the Republicans in the 1998 midterms; the economy was booming; Mr. Gore's opponent was seen as a lightweight who couldn't match him in articulateness or his mastery of policy, let alone his eight years of Clinton White House experience.
Mrs. Clinton wouldn't repeat Mr. Gore's foolhardy mistake of running away from her popular husband and his record, even if she could. But almost every answer she gave last Sunday was a rambling and often tedious Gore-like filibuster. Like the former vice president, she often came across as a pontificator and an automaton — in contrast to the personable and humorous person she is known to be off-camera. And she seemed especially evasive when dealing with questions requiring human reflection instead of wonkery.
Reiterating that Mrs. Clinton had more firsthand White House experience than any other candidate, George Stephanopoulous asked her to name "something that you don't know that only a president can know." That's hardly a tough or trick question, but rather than concede she isn't all-knowing or depart from her script, the senator deflected it with another mini-speech.
Then there was that laugh. The Clinton campaign's method for heeding the perennial complaints that its candidate comes across as too calculating and controlled is to periodically toss in a smidgen of what it deems personality. But these touches of intimacy seem even more calculating: the "Let's chat" campaign rollout, the ostensibly freewheeling but tightly controlled Web "conversations," the supposed vox populi referendum to choose a campaign song (which yielded a plain-vanilla Celine Dion clunker).
Now Mrs. Clinton is erupting in a laugh with all the spontaneity of an alarm clock buzzer. Mocking this tic last week, "The Daily Show" imagined a robotic voice inside the candidate's head saying, "Humorous remark detected — prepare for laughter display." However sincere, this humanizing touch seems as clumsily stage-managed as the Gores' dramatic convention kiss.
None of this would matter if the only issue were Mrs. Clinton's ability as a performer. Not every president can be Reagan or J.F.K. or, for that matter, Bill Clinton. But in her case, as in Mr. Gore's in 2000, the performance too often dovetails with the biggest question about her as a leader: Is she so eager to be all things to all people, so reluctant to offend anyone, that we never will learn what she really thinks or how she will really act as president?
So far her post-first-lady record suggests a follower rather than a leader. She still can't offer a credible explanation of why she gave President Bush the authority to go to war in Iraq (or why she voted against the Levin amendment that would have put on some diplomatic brakes). That's because her votes had more to do with hedging her political bets than with principle. Nor has she explained why it took her two years of the war going south to start speaking up against it. She was similarly tardy with her new health care plan, waiting to see what heat Mr. Edwards and Senator Obama took with theirs. She has lagged behind the Democratic curve on issues ranging from the profound (calling for an unequivocal ban on torture) to the trivial (formulating a response to the MoveOn.org Petraeus ad).
As was proved again in Wednesday night's debate, her opponents have not yet figured out how to seriously challenge her. Now the story line of her inevitable triumph is gathering force. At the same time, her campaign works relentlessly to shut down legitimate journalistic vetting of her record. In the latest example, Politico.com reported last week on the murky backstage machinations by the Clinton camp before the magazine GQ killed an article by Joshua Green, whose 2006 Atlantic Monthly profile judged Mrs. Clinton a practitioner of "systematic caution" with "no big ideas." The donors' list and first lady archives at the Clinton presidential library remain far from transparent.
Senator Clinton may well be the Democrats' most accomplished would-be president. But we won't know for certain until she's tested by events she can't control. Had Bill Bradley roughed up Mr. Gore in 2000, it might have jolted him into running a smarter race against George W. Bush.
In this context it's worth noting that Mr. Bush's desperate lame-duck campaign to brand himself as a reincarnation of Harry Truman is not 100 percent ludicrous. A tiny part of the analogy could yet pan out. In 1948, Washington's commentators and pollsters were convinced that Americans, tired of 15 years of Democratic rule, would vote in a Republican. Like today's G.O.P., the Democrats back then were saddled with both an unloved incumbent president and open divisions in the party's ranks on both its left and right flanks. Surely, the thinking went, the beleaguered Democrats couldn't possibly vanquish a presidential candidate from New York known for his experience, competence, uncontroversial stands and above-the-fray demeanor.
You don't want to push historical analogies too far, but it's hard not to add that the campaign slogan of that sure winner, Thomas Dewey, had a certain 2008 ring to it: "It's time for a change."
Postado por Luis Favre às 13:28 0 comentários
Marcadores: 2008 USA presidential election, Al Gore, Bill Clinton, Hillary Clinton, primárias americanas, USA
USA: “O momento favorece os progressistas", diz analista Todd Gitlin
Na longa campanha, candidatos à presidência dos EUA confundem o eleitorado, diz analista
Pedro Doria
O Estado de São Paulo
Na quinta-feira, os políticos que concorrem à candidatura presidencial pelo Partido Republicano se encontraram para um debate. Nem todos foram. Na quarta, foi a vez de os democratas se reunirem. Numa campanha tão longa - serão 18 meses no total - os debates parecem que nunca param. “Os candidatos falam, falam e dão a impressão de que nada dizem”, comenta o analista de mídia Todd Gitlin. Confundem o eleitor, que acaba fazendo uma opção mais pela forma do que pelos fatos.
Para o especialista, a má impressão é em parte responsabilidade da imprensa - para ele, “superficial, sensacionalista e mais preocupada com embates que produzam espetáculo” do que com conflitos entre idéias. Ainda assim, com o governo de George W. Bush desgastado, o escolhido pelos democratas deve vencer. “Há uma geração que os republicanos estão focados no objetivo de chegar ao poder”, diz Gitlin. Tiveram à disposição o dinheiro das grandes corporações e a disciplina da direita religiosa. Mas a militância democrata, organizada pela internet, pode mudar o jogo.
O que não muda é a natureza dos EUA, sempre mais conservador que o resto do Ocidente. “Foi o primeiro país moderno a fazer sua Revolução”, explica o professor. “O movimento conservador não quer que aquelas conquistas desapareçam.” A seguir, os principais pontos de sua entrevista para o Aliás.
OS CANDIDATOS
“Se você me perguntar o que cada candidato diz, eu não saberia.Estão todos os dias, todas as horas, nas TVs, nas rádios, nos jornais. Falam, falam e não dizem nada. Minha esperança é que, se prestarmos muita atenção, se lermos as transcrições de tudo que dizem, talvez descubramos que aqui e ali estejam conversando como adultos a respeito de temas importantes como impostos, saúde, educação. Porque a quantidade de coisas que falam é tão grande que, talvez, no balanço, algo de importante tenha sido dito.
CAMPANHA PRESIDENCIAL
“Ainda assim, e insisto que é apenas talvez, esta que está começando se mostre ligeiramente melhor que as campanhas presidenciais recentes. Digo isso porque será uma campanha longa, são 18 meses entre o anúncio das candidaturas e a eleição, e os candidatos têm tido muitas oportunidades para se encontrar, o que facilita o confronto de idéias. Por outro lado, debates que reúnem cinco ou dez políticos não são debates. São sabatinas da imprensa feitas consecutivamente.
MÍDIA
“A cobertura da imprensa se nivela por baixo. É superficial, sensacionalista, fofoqueira. Os únicos confrontos políticos que interessam são aqueles que apelam de alguma forma ao espetáculo. Mas não quer dizer que esteja pior. A cobertura da eleição de 2000, esta sim foi realmente terrível. Havia tanta fumaça, tanta confusão, que ninguém se lembrou de ir atrás do passado dos candidatos. A distorção dos históricos pessoais de George W. Bush e Al Gore teve imensas repercussões, a começar pela habilidade de Bush de fazer-se vencedor do pleito. Comparado com aquilo, a imprensa vai muito bem. Mas ser melhor do que foi em 2000 não é vantagem.
VALORES
“Entre os americanos há uma crença enraizada de que os Estados Unidos sejam uma terra privilegiada, quase mítica, e suas instituições devem ser preservadas. No DNA cultural do povo está uma necessidade de afirmar e reafirmar sua religiosidade, que é atípica no Ocidente. Não quer dizer que americanos sejam mais ou menos religiosos que os outros, apenas consideram importante enfatizar sua fé. Os EUA foram o primeiro país moderno a fazer uma revolução com sucesso e o argumento dos conservadores é de que os ganhos daquela revolução devam ser preservados. Num país em que a maioria teve acesso à terra própria no início de sua história, no período colonial, valores como o direito à propriedade são profundamente arraigados. Mas, evidentemente, há valores que podem ser considerados antagônicos a este, como uma tradição incrivelmente igualitária.
REPUBLICANOS
“Eles são extremamente focados na conquista de poder. Têm uma incrível quantidade de dinheiro. Apesar de representarem um grupo pequeno de facções, conseguem atrair candidatos com imenso apelo público, homens carismáticos, capazes de capturar a imaginação da massa de americanos. Têm a disciplina da direita cristã e o dinheiro das grandes corporações. É por isto que o predomínio conservador já dura uma geração.
DEMOCRATAS
“O momento favorece os progressistas. O aparato do Partido Democrata está disciplinado graças ao presidente da legenda, Howard Dean. Há um sistema eficiente de mobilização dos militantes e de arrecadação de fundos via internet. Dean conseguiu fazer com que as facções que compõem o partido aprendessem que precisam cooperar, ao invés de disputar entre si. Eu diria que os democratas chegaram tarde à festa. Mas chegaram.
INTELECTUAIS
“Boa parte do sentimento anti-Bush vêm de intelectuais, mas eles não são organizados. Não há um movimento. Costumo brincar dizendo que enquanto a direita estava marchando sobre Washington, a esquerda marchava sobre o departamento de inglês das universidades...
JUVENTUDE
“Os anos 60 exacerbaram o ativismo estudantil, mas ele não se manteve. Os estudantes de hoje são muito dedicados às aulas e querem se formar, entre outros motivos porque o custo do ensino superior ficou alto. Naquela época, os jovens tinham valores diferentes dos de seus pais, queriam sair do establishment. Havia um rompimento geracional. Hoje, os jovens fazem parte do establishment e os riscos em viver fora do padrão são muito maiores. Não é mais possível viver uma vida de pobreza confortável, como era. E há uma mudança de foco. Os estudantes estão menos interessados em liderar uma revolução. São de certa forma menos presunçosos, menos ambiciosos.”
Postado por Luis Favre às 11:46 0 comentários
Marcadores: Bush, Democrats, eleições presidenciais, primárias americanas, Republicans, Todd Gitline, USA
Dilma articula candidatura à sucessão de Lula
KENNEDY ALENCAR
Colunista da Folha Online
Ela é poderosa. Ela é uma das duas opções do bolso do colete do presidente Luiz Inácio Lula da Silva para a sucessão de 2010 --a outra é o governador Jaques Wagner (BA). Ela foi picada pela mosca azul, aquela que estimula sonhos com as elegantes colunas que Oscar Niemeyer desenhou para o Palácio da Alvorada.
A ministra Dilma Rousseff chegou à Casa Civil em junho de 2005 para ser a gerente do governo. Já era muita coisa. Substituiu o até então insubstituível José Dirceu de Oliveira e Silva, o principal arquiteto da inflexão do PT ao centro na política e na economia --movimento que pavimentou o caminho de Luiz Inácio Lula da Silva à Presidência da República.
Hoje, Dilma é mais do que a gerente do governo. Estimulada por Lula, ela dá evidências de que pretende entrar no pesado jogo político-eleitoral. O presidente já lhe deu carta branca para surfar politicamente nas realizações do PAC (Programa de Aceleração do Crescimento), plano petista para melhorar a oferta de energia e a infra-estrutura do país nos próximos anos.
Além da parte administrativa da gestão lulista, ela arbitra politicamente indicações para os principais cargos federais. Ela tem como companheiro no Palácio do Planalto um combalido articulador político, o ministro Walfrido dos Mares Guia, que não tem autonomia para nomear um ascensorista sem falar com ela. Dilma manda bastante nos mais variados assuntos e muito no sistema elétrico brasileiro.
Com a saída de Silas Rondeau das Minas e Energia, um indicado do senador peemedebista e ex-presidente José Sarney (AP) que não dava um passo sem consultá-la, Dilma deslocou Nelson Hubner para uma interinidade que se prolonga e irrita o PMDB do Senado. Nesse período, ela tirou de peemedebistas aproximadamente 50 cargos na pasta. E os entregou a petistas.
Na Petrobras, Dilma obteve uma grande vitória. Tão grande que abalou a coalizão parlamentar do governo e elevou os preços do mercado fisiológico para aprovação de projetos de interesse do governo no Congresso. Na Petrobras, teve uma vitória com sofisticação política.
Fez uma operação casada para acomodar uma indicação pessoal, Maria das Graças Foster, na poderosa diretoria de Gás e Energia. Foster presidia a BR Distribuidora, subsidiária que foi dada ao ex-senador e ex-presidente da Petrobras José Eduardo Dutra. No dominó, Dutra foi para a cadeira de Foster que foi para a cadeira de Ildo Sauer, este um petista que saiu destilando veneno contra o biodiesel, programa caro a Lula e a Dilma.
Como a reforma política voltou, infelizmente, a ser uma miragem política, o jogo eleitoral continua com as mesmas regras econômicas. E esse jogo não dispensa estratégicas relações cordiais com grandes empresas. Exemplo: ao tratar das usinas hidrelétricas do rio Madeira, a ministra da Casa Civil tomou partido da empreiteira Camargo Corrêa durante certo tempo.
A Camargo questiona a parceria Odebrecht-Furnas, mais bem posicionada para as obras do Madeira, as usinas de Jirau e de Santo Antonio. Nos bastidores, Dilma chegou a articular uma proposta de acordo para divisão das usinas entre Odebrecht e Camargo. Cada uma das grandes empreiteiras levaria a construção de uma usina. A Odebrecht não topou, e uma disputa empresarial por um negócio que pode alcançar os R$ 30 bilhões ameaça o projeto. Apesar disso, restou uma certeza entre os representantes das empreiteiras. A ministra da Casa Civil não brinca em serviço, nem quando vai ao limite da liturgia do cargo.
Em entrevista ao jornal "Valor", Dilma disse com todas as letras: "É importante uma relação íntima entre setor público e setor privado". E passou a defender as razões para o governo incentivar negócios de grandes grupos econômicos nacionais.
De certa forma, Dilma segue os passos de Antonio Palocci Filho: cultivar uma relação tão boa com o PIB nacional como tucanos do naipe de José Serra, hoje o presidenciável favorito na disputa interna do PSDB.
Lula já deixa claro em conversas reservadas que deseja ter apenas um candidato a presidente em 2010 para ressuscitar uma disputa plebiscitária contra os tucanos. Algo na linha: "Vamos comparar os oitos anos do PSDB de Fernando Henrique Cardoso com os oito anos do PT de Luiz Inácio Lula da Silva". Num cenário assim, o petista embarcaria com todas as forças no projeto Dilma.
Integrantes do governo, dirigentes petistas, políticos de partidos aliados e empresários que têm falado com Dilma saem com uma forte impressão: ela deseja alçar vôo ainda mais alto na política. A mosca azul a picou para valer.
*
Termômetro presidencial
Não é tão líquida e certa a permanência de Walfrido dos Mares Guia no Ministério das Relações Institucionais, na hipótese de ser denunciado pelo procurador-geral da República, Antonio Fernando Souza, no caso do mensalão mineiro ou valerioduto tucano.
O presidente deseja ver se o procurador realmente denunciará Walfrido ao STF (Supremo Tribunal Federal) e medirá o impacto político da decisão de Souza. Disse que tem confiança no ministro porque enquanto o auxiliar estiver no cargo ele só pode dizer isso mesmo. Do contrário, o derrubaria na hora.
Concretamente, existe hoje o forte empenho de ministros palacianos para convencer o presidente a bancar Walfrido a todo custo, sempre usando o argumento de que teria sido cometida injustiça com Silas Rondeau e que seria a hora de parar de derrubar ministros acusados pela PF ou até mesmo aqueles denunciados pelo Ministério Público. Pode ser que Lula acate a opinião dos auxiliares, mas ainda não disse isso explicitamente em reuniões do governo.
*
Balão de ensaio
Por ora, é apenas uma idéia de setores do PT que desejam diminuir a influência de Lula na escolha do candidato do partido a presidente em 2010. No entanto, se vingar, poderá dar ao Palácio do Planalto muito trabalho. Alguns caciques petistas falam que, na ausência de um candidato natural do partido à sucessão de Lula, a legenda deveria realizar uma prévia entre os filiados.
No quadro de hoje, seis presidenciáveis petistas se destacam, não necessariamente nessa ordem: os ministros Dilma Rousseff (Casa Civil), Marta Suplicy (Turismo), Patrus Ananias (Desenvolvimento Social) e Tarso Genro (Justiça), o governador Jaques Wagner (BA) e o prefeito de Belo Horizonte, Fernando Pimentel.
Ninguém no PT imagina que o futuro candidato possa dispensar um apoio entusiasmado de Lula, mas eventuais descontentes com os sinais de preferência que o presidente emite sobre a sucessão poderiam arrumar um jeito de chateá-lo ou de obrigá-lo a entrar para valer numa prévia petista.
*
Jogando na confusão
Lula já declarou que não quer --nem que o povo peça. Mas aliados do presidente do Senado, Renan Calheiros (PMDB-AL), dizem que a oposição flerta com o perigo ao propor alterações constitucionais "casuísticas", como o fim do voto secreto no Congresso. O "franciscano" Wellington Salgado (PMDB-MG), conta que, se lhe der na telha, proporá uma emenda à Constituição para acabar com o limite de vezes em que um presidente possa se candidatar à reeleição. Hoje, a lei brasileira permite apenas uma tentativa de reeleição.
Obviamente, a ameaça interessa a Renan e aos seus aliados. A intenção é assustar a oposição. Mas a simples apresentação de um proposta desse tipo geraria dias de noticiário. E obrigaria Lula a abortá-la se não quiser alimentar a paranóia de setores da mídia e da sociedade que acham que o Brasil possa virar uma Venezuela. No início do ano, o presidente mandou dizer ao seu antigo amigo e deputado federal Devanir Ribeiro (PT-SP) que emenda à Constituição para permitir uma segunda reeleição só atrapalhava seus planos. Devanir desistiu da idéia.
*
Quero o meu
A bancada do PMDB do Senado pediu ao líder do governo na Casa, o peemedebista Romero Jucá (RR), que levasse a Lula o seguinte pleito: indicação de um ministro para as Minas e Energia. Lula ficou de avaliar. Quer ver se Silas Rondeau terá condição de voltar. Do contrário, deverá ceder aos senadores peemedebistas a vaga que lhes cabia antes de Rondeau ter pedido para sair após suspeita de envolvimento com a máfia das empreiteiras (Operação Gautama, da Polícia Federal). Rondeau sempre negou as acusações.
Kennedy Alencar, 39, é colunista da Folha Online e repórter especial da Folha em Brasília. Escreve para Pensata às sextas e para a coluna Brasília Online, sobre os bastidores da política federal, aos domingos. E-mail: kalencar@folhasp.com.br |
Postado por Luis Favre às 11:03 0 comentários
Marcadores: 2010, Congresso, Dilma Rousseff, Kennedy Alencar, Lula, PT, Renan Calheiros, Senado
Radar contra o preconceito
Time pioneiro brilhava na época em que o futebol feminino era proibido por lei
Gian Amato
Os sinais de que o futebol feminino poderia ser um sucesso foram captados pelo Radar na década de 80. Antes de Marta & Cia. conquistarem a medalha de ouro no Pan sob os olhares do Maracanã lotado, o time tinha sido tetracampeão carioca em 1986 diante de mais de cem mil pessoas no estádio.
Criado nas areias de Copacabana, o Esporte Clube Radar era sucesso absoluto durante uma fase de amadorismo total.
Proibidas por lei de praticarem o futebol, as jogadoras viviam quase na clandestinidade de um esporte que penou para chegar até a disputa da final de hoje, contra a Alemanha.
Apesar de a primeira partida internacional oficial ter sido disputada no século 19, entre Inglaterra e Escócia, no Brasil havia um decreto-lei, de 1941, que proibia “práticas de desportos não compatíveis à natureza feminina”, como futebol e até futebol de mesa.
Em 1978, a Holanda organizou um campeonato nacional com 26 clubes e tinha uma seleção. No Brasil, o esporte ainda era coisa de homem. Mas, quando o Radar surgiu, em 1981, o país descobriu que as mulheres também batiam um bolão. O advogado da CBF na época, Athos Pimentel, reconheceu a prática, mas ressaltou ser “atividade espúria, sujeita a medidas disciplinares do Código Desportivo”.
O Conselho Nacional de Desportos (CND), que regulamentou o decreto-lei, vetava a realização de jogos em estádios oficiais e só desistiu da norma em 1983, quando o Radar já tinha feito uma excursão pela Espanha, em 1982, durante a Copa do Mundo masculina.
O radar do CND detectou os novos tempos muito tarde. O Radar da praia captava os sinais das mudanças e revelou para o Rio a primeira craque: Pelezinha. Nascida no Lins, Marilsa Martins da Silva era uma jovem negra que media 1,60m, mas jogava futebol de gente grande. Recebia dez cartas por dia — a maioria de meninas.
Na sexta-feira, a CBF anunciou a criação da Copa do Brasil para mulheres.
Mas, em 1983, o Radar conquistava a primeira Taça Brasil. O time ficou com o título ao vencer o Goiás por 5 a 0 no campo do Olaria, na Rua Bariri, no primeiro campeonato oficial. A seis minutos do fim, o juiz Jorge Emiliano, o Margarida, foi agredido por Andréia, jogadora do Goiás. Com os gestos espalhafatosos que pontuaram sua carreira, ele expulsou todo o time e a partida acabou em pancadaria. O árbitro negou que tivesse dado um soco em uma jogadora, mas foi surpreendido ao saber que a imagem fora registrada pela TV.
— A tecnologia moderna me mata — disse ele na época.
Até a metade dos anos 80, o Radar disputou 135 jogos e sofreu uma derrota. Era o favorito no Mundialito de Cabo Frio.
Goleou a Argentina por 9 a 0, porém ficou com o vice ao empatar com a Alemanha em 1 a 1, no Estádio Alair Correa, o Correão, construído especialmente para o campeonato e que hoje é a sede da Cabofriense.
O fim da década trouxe a decadência. Sem estrutura, o Radar foi desfazendo o time aos poucos. Em 1991, a Fifa organizou o primeiro Mundial, iniciando a era do profissionalismo. Os anos 90 foram marcados pelas embaixadinhas de Milene Domingues, no Corinthians, e pela beleza de Susana Werner, do Fluminense. Em 1996, o Vasco foi campeão estadual com cinco jogadoras da seleção das Olimpíadas de Atlanta: Pretinha, Marta, Fanta, Suzi e Meg. O São Paulo foi o primeiro campeão brasileiro (torneio que existiu de 1998 a 2001), com Kátia Cilene, Sissi e Formiga. Na mesma época, Pretinha despontava no Vasco, hexacampeão carioca (1995 a 2000).
Antes da ressurreição no novo milênio, o futebol feminino enfrentou preconceitos e promessas desfeitas. Foi preciso chegar à final de um Mundial para renovar as esperanças de apoio e investimento. Vencendo hoje ou não, tudo que as meninas desejam é continuar aparecendo no radar do esporte brasileiro.
Postado por Luis Favre às 10:53 1 comentários
Marcadores: esporte, feminismo, Futebol feminino, Marta, Mulheres, preconceito
Música domina o cérebro humano, diz neurologista
O GLOBO ENTREVISTA
Oliver Sacks
De todos os animais, o homem é o único dotado de ritmo, capaz de responder à música com movimentos.
É também o único a apresentar um cérebro adaptado para compreender complexas estruturas musicais e ainda se emocionar com elas. Músicos apresentam alterações em regiões cerebrais jamais vistas em outros profissionais. Para o neurologista britânico Oliver Sacks, a musicalidade é tão primordial à espécie quanto a linguagem e entender a relação entre música e cérebro é crucial para a compreensão do homem.
Em seu mais novo livro, “Alucinações musicais” (Editora Companhia das Letras), o especialista relata casos de pessoas que reagem à música de formas incomuns. Há os que simplesmente não conseguem ouvi-la. E há os que a ouvem o tempo todo, mesmo quando nenhuma melodia está tocando.
Há gente que passou a ouvir os sons de forma diferente após ser submetido a uma cirurgia cerebral. E mesmo os que desenvolveram um incomum talento musical. Nesta entrevista, Sacks conta que há um vasto caminho ainda a percorrer para que se possa entender completamente esses fenômenos. Mas uma coisa, diz, é fato: “A música se apossou de muitas partes do cérebro humano.”
Roberta Jansen
O GLOBO: O senhor concorda com Charles Darwin quando ele diz que a música teve um papel importante na evolução? Especificamente na seleção sexual, como um atrativo a mais para o sexo oposto? OLIVER SACKS: Como o comportamento e as suscetibilidades não deixam registros fósseis, é difícil saber como nossos ancestrais se comportavam.
Mas estou inclinado a pensar que a música surgiu muito cedo na espécie humana, tão cedo quanto a linguagem. Linguagem e música são fontes de comunicação primordiais.
O senhor discorda, portanto, de Steven Pinker e de outros especialistas que sustentam que a música é um subproduto do aparato sensorial, prazerosa mas dispensável? SACKS: Sim, discordo de Pinker.Não vejo a música como algo acidental e trivial, como um subproduto da linguagem.A música está presente em todas as culturas e apresenta, nos seres humanos, aspectos únicos que não têm paralelo na linguagem. Falo do ritmo, do fato de respondermos à música com movimentos. Nenhum outro animal faz isso. É preciso ver o ritmo como algo primordial na evolução humana.Porque todos os seres humanos respondem a ele. A música une as pessoas. E há conexões específicas no cérebro para isso.
Unir as pessoas poderia ser uma vantagem evolutiva? SACKS: Não posso dizer que a musicalidade humana se desenvolveu para unir as pessoas.Mas algo surgiu, se mostrou vantajoso e houve a seleção dessa característica. É claro que a musicalidade é uma vantagem evolutiva. Nenhum outro animal dança com ritmo, mas qualquer criança o faz. Isso pode ter sido um fenômeno quando surgiu, todos esses pequenos seres dançando.
De que forma isso é marcado no cérebro humano? SACKS: Muitas partes do cérebro se desenvolvem com a percepção, o aprendizado e a imaginação do ritmo. De novo, nenhum outro animal tem a capacidade de ouvir e analisar sons complexos, com tons, semitons, ritmos, palavras.Essa habilidade é especificamente humana. Mesmo pessoas que sofrem de mal de Alzheimer ou tiveram um derrame respondem à música.Várias estruturas do cérebro se relacionam a isso.
De que forma? SACKS: A música se apossou de muitas partes do cérebro humano. É possível ver como o cérebro se modifica em resposta à música. Estudos com imagens do cérebro já comprovaram a ampliação de determinadas regiões no cérebro de músicos. Vendo imagens de cérebros, não dá para dizer quem é matemático ou escritor. Mas dá para dizer facilmente quem é músico quando essas estruturas ampliadas aparecem.
Há alguma parte do cérebro especialmente voltada para música? SACKS: Não há uma só parte do cérebro. A música está em todo mundo, por todo o cérebro, envolve várias partes desse órgão e não necessariamente as mesmas. Isso é que é o mais incrível.
Mas há também os que não respondem de forma alguma à música, não é? SACKS: Sim, há algumas pessoas que não percebem musica e ficam muito impressionados com os relatos. Há outros que não ouvem determinados tons ou semitons. Essas amusias ocorrem em razão de danos no cérebro. Parte da rede que está faltando.
E as alucinações musicais? Até que ponto elas poderiam ser interpretadas como um problema psicológico? SACKS: Quando uma pessoa tem alucinação musical (ouve música que ninguém mais está ouvindo), a primeira coisa que pensa é que ficou louco, que está ouvindo coisas. Mas é um processo completamente diferente de ouvir vozes como os esquizofrênicos. Eles recebem ordens, é bem diferente e as pessoas enfatizam isso. Alucinações musicais são bem comuns, são como velhas memórias que tocam na mente. Não é uma doença mental.
Por que a música muitas vezes provoca uma reação emocional? Como o cérebro é capaz de diferenciar uma melodia triste de uma alegre? SACKS: Um dos maiores poderes da música é controlar emoção, desenvolver, provocar respostas emocionais. Anatomicamente, podemos dizer que algumas regiões do cérebro afetadas pela música estão perto daquelas ligadas às emoções, envolvidas nas percepções dos cheiros que despertam memórias. Mas ainda não está claro como essas respostas emocionais ocorrem.
Não se sabe ainda o quanto depende da cultura.
Postado por Luis Favre às 10:49 3 comentários
Marcadores: Alucinações musicais, cérebro, Ciência, Cultura, livros, musica, musicofilia, Oliver Sacks
De músico e louco
Em seu novo livro, "Alucinações Musicais", neurologista Oliver Sacks conta caso de gente que não fala, mas canta; que não anda, mas dança
GIOVANA GIRARDI
COLABORAÇÃO PARA A FOLHA
A descoberta, alguns anos atrás, de flautas de osso feitas por neandertais levantou uma discussão que há séculos intriga cientistas e filósofos: por que o homem desenvolveu a música e qual é a função dela para nós?
Numa época em que garantir a caçada do dia certamente deveria ser a preocupação central de nossos ancestrais, quem é que tinha tempo para sair cantarolando por aí? Seja lá por qual razão, alguém teve esse tempo. Ainda bem.
No mínimo é essa a sensação que se tem após ler o novo livro do neurologista inglês Oliver Sacks, "Alucinações Musicais", lançado mundialmente nesta semana. Mais conhecido como o autor de "Tempo de Despertar", que virou o filme homônimo protagonizado por Robin Willians e Robert De Niro, Sacks se consagrou por descrever, quase como um conto, casos clínicos surpreendentes.
Acima de tudo, são histórias de pessoas reais que bem poderiam ser personagens de ficção.
A nova obra trata de um tema que já vinha aparecendo de mansinho nos livros anteriores -a música, ou melhor, a musicofilia, como ele fez questão de frisar no título em inglês. "Para o bem ou para o mal", como ele diz, temos um cérebro musical, somos seres musicais.
Mas, se para a maioria isso significa prazer, para alguns, como Sacks mostra no livro, pode indicar tortura -como ocorre com pessoas que sofrem de alucinação musical desencadeada pelos mais diversos barulhos. Um paciente seu, epiléptico, tem convulsões provocadas por qualquer tipo de música e anda com tampões de ouvido por Nova York.
Para outros, no entanto, música é sinônimo de paz. É a única chance de alívio de sintomas em certas doenças neurológicas, como mal de Parkinson e demência. Mas a melhora de movimento observada entre parkinsonianos cessa quando a música acaba. Já entre pessoas com demência, a melhora do humor e até das funções cognitivas podem durar dias.
Um dos casos mais dramáticos descritos pelo autor é do músico inglês Clive Wearing, que "aos quarenta e poucos anos" sofreu uma infecção no cérebro e passou a ter memórias de poucos segundos. Na tentativa de driblar essa situação, Wearing chegou a tentar fazer um diário, que acabou se reduzindo a anotações do tipo: "estou acordado"; alguns minutos depois, "desta vez estou acordado mesmo" e assim prosseguia até o final do dia.
Depois de um tempo ele começou a esquecer o passado também. Ele só não perdeu sua capacidade musical. Na semana passada, Sacks concedeu entrevista à Folha sobre o novo livro. Aos 74 anos, o médico já teve ele mesmo seus episódios de amusia (incapacidade total de compreender música) e alucinações musicais, mas prefere dar destaque mesmo aos seus pacientes. Leia a seguir:
FOLHA - Após tantos anos observando os efeitos da música em pacientes, como o senhor definiria o papel da música para nós?
OLIVER SACKS - Acho que, de um modo geral, a música tem várias funções: transmitir emoções, juntar as pessoas, acalmar, animar. Ela está presente em todas as culturas do mundo e alguns acreditam que ela tenha precedido a linguagem. São tantas funções que não dá para definir em uma coisa só. Agora, como médico eu presenciei efeitos da música nos pacientes que são surpreendentes. O neurologista canadense Steven Pinker uma vez disse que a música é um luxo. Acho que ela não só não é luxo como para algumas pessoas ela é realmente uma necessidade. Alguns pacientes não respondem a mais nada, exceto à música. Seu potencial terapêutico é incrível. De fato, em alguns casos ela é a única terapia eficiente.
FOLHA - Quando o senhor começou a perceber isso?
OLIVER SACKS - Esse poder da música me chamou a atenção pela primeira vez na década de 1960. Foi quando entrei em contato com os pacientes pós-encefalíticos que descrevi em "Tempo de Despertar". Ali vi pacientes paralisados se locomoverem com música. Vi pessoas com mal de Parkinson grave retomarem a função motora enquanto ouviam música de um modo como nenhum remédio era capaz de fazer. Desde então vi resultados parecidos com pessoas que sofriam de demência e somente ao ouvirem música conseguiam recobrar a consciência.
FOLHA - O senhor vem flertando com a música já algum tempo. O assunto agora tomou um corpo maior?
SACKS - Você tem razão (risos). Eu realmente estive flertando com a música em "Tempo de Despertar", "O Homem que Confundiu sua Mulher com um Chapéu" e em "O Antropólogo em Marte". No começo, essas histórias pareciam só uma curiosidade, mas fui acumulando tantos casos ao longo dos últimos anos que percebi que era a hora de dedicar um livro inteiro ao assunto. Por exemplo, existia uma idéia de que as alucinações musicais [situação em que uma pessoa "escuta" perfeitamente uma música, às vezes uma orquestra inteira, tocando na sua cabeça] são raras, mas elas não são. Não só tive contato com muitos pacientes nessa situação como me correspondi com diversas outras pessoas assim.
FOLHA - Por que a música aparece como resultado de disfunções tão diversas quanto surdez e epilepsia (as tais alucinações musicais) ou num caso raro como o do raio (no livro o autor conta a história de Tony Cicoria, um cirurgião que não dava muita bola para música, mas, depois de ser atingindo por um raio, se tornou um exímio pianista)?
SACKS - Acredito que isso tenha a ver com a natureza do nosso cérebro. Para o bem e para o mal -mas acredito que mais para o bem-, temos um cérebro musical, um maquinário complexo e bastante vulnerável a vários tipos de distorção. Há normalmente um equilíbrio no cérebro, um sistema de verificação e correção. Mas, se uma parte é danificada ou excitada demais, seja por raio, epilepsia, derrame ou uma doença degenerativa, este sistema de equilíbrio pode ficar avariado, e tendências que normalmente seriam retidas nessa checagem acabam sendo liberadas. É o que parece ocorrer nos casos que eu chamo de "musicofilia" e o que pode ter acontecido, por exemplo, com Tony Cicoria [veja a história dele no texto à dir.].
FOLHA - Quando o senhor conta o que ocorreu com Gordon B. e Sheryl C., duas pessoas que sofreram perda progressiva da audição e depois de um tempo começaram a ouvir um ruído horrível no cérebro, substituído depois por música, o senhor diz que é como se os cérebros deles estivessem impondo um ordem sobre a desordem. Como é isso?
SACKS - Gordon tem alucinações musicais quando corta grama -motivos musicais simplesmente surgem em sua cabeça. Ele sente que é como se o som do cortador estimulasse o seu cérebro à elaboração ou à invenção. Acredito que o que ocorre é que a mente sempre procura padrões e tenta organizá-los. Por exemplo, quando eu faço uma ressonância magnética, um procedimento que produz um barulhão, meu cérebro parece organizar esses sons em uma valsa.
SACKS - Sim. O cérebro humano, ou melhor, o organismo humano, é primorosamente sensível à musica. Essa sensibilidade pode ser usada para propósitos terapêuticos, como nas situações em que a música permite um paciente parkinsoniano falar e se mover ao lhe dar fluência e ritmo -algo que simplesmente não podemos produzir sozinhos. Mas algumas vezes nossa sensibilidade à música se vira contra nós, como quando ficamos ouvindo uma música se repetir sem parar na nossa cabeça. É algo que pode ser irritante, torturante até, mas que não podemos parar.
LIVRO - "Alucinações Musicais" Oliver Sacks; Companhia das Letras; 352 págs., R$ 49.
Trechos
"Agora ele tinha de batalhar para aprender não só a tocar Chopin, mas também a dar forma àquela música que tocava continuamente em sua cabeça, tentar reproduzi-la ao piano, registrá-la no papel. "Era uma luta terrível", disse. "Eu me levantava às quatro da madrugada e tocava até sair para trabalhar, e quando voltava para casa ficava ao piano até a hora de ir dormir. Minha mulher não estava gostando nada. Eu estava possuído."
Descrição de Oliver Sacks sobre Tony Cicoria, um cirurgião que nunca foi muito ligado à música até ser atingido por um raio. Depois disso, ele passou a "sentir um desejo insaciável de ouvir música". Logo depois, começou a "ouvir música na cabeça", aprendeu a tocar piano, virou compositor. Divorciou-se da mulher, "mas seu coração e sua mente agora estavam na música".
"Faz vinte anos que Clive teve a encefalite e, para ele, nada avançou. Pode-se dizer que ele ainda está em 1985 ou, considerando sua amnésia retrógrada, em 1965. Em alguns aspectos, ele não está em lugar nenhum; saiu totalmente do espaço e do tempo. Ele não tem mais nenhuma narrativa interna, não leva uma vida no sentido em que o resto de nós o faz. E no entanto só precisamos vê-lo ao teclado com Deborah para sentir que nesses momentos ele volta a ser ele mesmo e está plenamente vivo."
Sacks sobre Clive Wearing, músico e musicólogo que sofreu uma séria infecção no cérebro e perdeu completamente a capacidade de formar novas memórias. Ele se lembra apenas da mulher, Deborah, e da música.
"Alguns eram incapazes de tomar a iniciativa para dar um passo, mas podiam ser levados a dançar e então faziam-no com desenvoltura. Alguns mal conseguiam proferir uma sílaba (...), mas às vezes conseguiam cantar, alto e claro."
Sobre os pacientes pós-encefalíticos que pela primeira vez lhe chamaram a atenção para o poder terapêutico da música.
"Minha filha Gloria possui uma melodiosa voz de soprano e pode tocar no acordeão quase toda música que ouve. Tem um repertório de aproximadamente 2 mil músicas (...), mas não é capaz de somar cinco e três nem de cuidar independentemente de suas necessidades básicas."
Carta de Howard Lenhoff a Sacks descrita no livro. Gloria sofre de uma rara doença conhecida como síndrome de Williams, que provoca profundas deficiência cognitivas nos portadores. Em compensação, praticamente todos compartilham paixão por música, e não é rara a ocorrência de ouvido absoluto, capacidade de distinguir o tom de qualquer nota.
"Cantar não só diz: "Estou vivo, estou aqui", mas pode expressar pensamentos e sentimentos que em dados momento não têm possibilidade de ser expressos pela fala. Ser capaz de cantar palavras pode ser muitos tranqüilizador para tais pacientes, pois mostra-lhes que suas habilidades de linguagem não estão irrecuperavelmente perdidas, que as palavras ainda estão "neles", em algum lugar, embora seja preciso música para fazê-las aflorar."
Sacks sobre pacientes com afasia, que se tornam incapazes de se comunicar verbalmente, mas que muitas vezes conseguem fazê-lo através de cantos.
Postado por Luis Favre às 10:31 0 comentários
Marcadores: Alucinações musicais, cérebro, Ciência, livros, musica, musicofilia, Oliver Sacks
sábado, 29 de setembro de 2007
LA LEYENDA DEL CHE: INTRODUCCION AL MITO - REVISTA Ñ
La Pasión del Che Guevara
En esta edición se exploran las razones por las que la imagen del Che ha devenido simbólica y a la vez objeto de consumo. El proceso posiblemente comenzó antes de su muerte, con lo que ya tenían de mítico la revolución cubana y sus héroes. Pero el sacrificio convirtió al Che en emblema de desinterés, de férrea adhesión a los ideales, justamente en una sociedad donde ese desapego estoico y principista parece cada vez más un objeto de museo.
JORGE AULICINO jaulicino@clarin.com.
La conjunción de una derrota sublime, de un craso error táctico y estratégico, y de dos imágenes que se difundieron casi simultáneamente hicieron de Ernesto Guevara un símbolo de desinterés, coraje, absoluto desapego, incluso por el objetivo, y emblema de una victoria metafísica.
La historia debe aún decir mucho sobre las razones que llevaron a Guevara y sus ideales al callejón sin salida de la Quebrada de Churo, en la selva de Ñancahuazú, en el sudeste boliviano. El modo incluso en que el Che cayó en manos del ejército boliviano, herido, andrajoso, con su arma rota, debería ser tan significativo como su cuerpo tendido sobre una angarilla colocada a su vez sobre dos piletones en el lavadero del hospital de Vallegrande.
"No se preocupe, capitán, esto se acabó", dice Gary Prado que le dijo Guevara al entregarse. Prado es hoy general y se mueve en silla de ruedas, baleado por la espalda por error cuando desalojaba, años después, un pozo petrolero tomado por comandos ultraderechistas. Ese "esto se acabó" no significó más que la confesión casi sarcástica de una impotencia que nunca fue explicada. No es la frase que Guevara pronuncia desde el terreno del mito, al que lo enviaron para siempre las dos ráfagas de fusil automático disparadas por el sargento Mario Terán, mientras estaba prisionero en una escuela del poblado de La Higuera. Las palabras que el mito pronuncia son: "Apunte bien y dispare. Va usted a matar a un hombre". Terán se encargó de repetirlas. Ellas resuenan hoy de un modo extraño. Guevara parece estar diciendo: "Va usted a matar a un valiente", pero también: "Va a matar a un hombre, no a su leyenda".
¿Cómo se construyó ese mito ante el que no valían de nada ayer, y valen bien poco hoy, las protestas de equivocación, de pertinaz error, de profunda y quizá definitiva ceguera?
Hoy, los campesinos de esa región de Bolivia han hecho un santuario no del lugar en el que fue fusilado -la escuelita de La Higuera- sino del lavadero de Vallegrande, en el que fue exhibido su cadáver. El campesinado que entonces no se unió a él ni lo apoyó, en parte lo tiene como un santo. Ese es el resto de religiosidad verdadera que aún inspira el Che. El resto es un aluvión de imágenes de las que no es posible establecer el contenido ni el significado. Las llevan sobre sus remeras, sobre su piel o en las lunetas de sus automóviles miles de jóvenes que no habían nacido cuando el Che murió, que no son socialistas ni lo serán y que ignoran casi todo sobre el tipo de revolución que el Che quería.
El Che partió de Cuba en 1965. Es inocultable que había perdido allí varias batallas políticas y que no era demasiado apto para librarlas. En 1967, el año de su muerte, el editor marxista italiano Giangiacomo Feltrinelli, quien en 1972 murió víctima de una explosión mientras se supone intentaba sabotear una torre de alta tensión cerca de Milán, obtuvo regalada una foto de Alberto Korda, de 1960. El fotógrafo cubano la había tomado en un acto callejero cuando el Che se acercó a la baranda del palco para echar una mirada a la multitud. La descartó. Feltrinelli vio las posibilidades de esa imagen de una especie de ángel severo y visionario. En pocas semanas alumbraba el primer póster del Che. La imagen invadió pancartas y carteles. Meses después, el Che moría.
La construcción del héroe
Casi simultáneamente otra foto se sobrepuso: la que obtuvo el fotógrafo de UPI Freddy Alborta en la lavandería del hospital de Vallegrande, que lo haya querido o no recuerda a Cristo. Las fotos del Che que sacó Freddy Alborta; la pintura de Andrea Mantegna, La lamentación sobre Cristo Muerto, de 1490, y la pintura de Rembrandt, La lección de Anatomía del doctor Nicolás Tulp, de 1632, han dotado aquella muerte de una iconografía de martirio. Un cierto modo de vincular estas imágenes producidas por la pintura y la historia dieron pávulo a discusiones que se suceden desde que el escritor inglés John Berger relacionó el cuadro de Rembrandt con las fotografías de Vallegrande.
En realidad, los hechos, las casualidades, la pintura, la religión católica, parecen haberse complotado para que la imagen de Guevara saliera de la historia e ingresara en el terreno del mito, en el instante preciso en que murió. El ángel en 1960 y el mártir en 1967 son dos rostros para un mismo sacrificio, puesto que la foto de Korda da la vuelta al mundo impregnada ya del aire sacrificial de la foto de Alborta. Décadas después, ubicado por el realizador argentino Leandro Katz para su documental El día que me quieras (1997), el fotógrafo boliviano dijo: "Me conmovió la mirada de Guevara. Tenía la impresión de estar fotografiando a un Cristo, y en ese entorno me moví. No era simplemente un cadáver, era algo extraordinario". Si Alborta sintió realmente que se movía en un "entorno" místico, entonces estaba instintivamente unido a la corriente pictográfica que desde el Renacimiento ha puesto un poder sobrenatural en las imágenes del Cristo y del cuerpo de Cristo.
Ni el comando militar boliviano ni Terán que no hirió la cara del Che ni el agente de la CIA Félix Rodríguez que le ordenó evitar la desfiguración del rostro pudieron prever cómo la cámara del fotógrafo cavaría en la oscuridad hasta encontrar un cuerpo humano abatido y una mirada sobrehumana, al punto de que se comparara la escena con la de un Cristo bajado de la cruz y con una obra de Rembrandt en la que luces y sombras unen la carne detestable y perecedera, el olor de morgue y hospital, con un hálito cósmico. Hay mucha poesía en eso, pero una poesía de la que se hicieron cargo y dieron por buena sucesivas generaciones. La lente fotográfica, el arte mecánico del siglo, produjo el efecto de todo gran arte, desde el principio hasta el final del mito del Che.
El resto parece literatura. Y lo que siguió, una reproducción al infinito de una silueta que no tiene ya contenido propagandístico, puesto que no queda qué propagandizar, ni político, sino meramente ideológico en términos de mistificación.
Que el Che se haya estrellado contra la pared de hierro de la realidad lo hizo inmortal. En su momento, no sólo no detuvo el guerrillerismo juvenil, sino que lo alentó. Hoy no sirve de nada decir que su incursión en Bolivia fue un fracaso, militar y político, un error de trágicas dimensiones para él y para el movimiento revolucionario. La cuestión por la que el Che moría no era importante. El estadounidense Peter Bourne en su biografía Fidel ha señalado la causa por la que, en tanto fracaso político, la muerte del Che es éticamente estimulante: "El Che, un revolucionario purista, romántico, creía que estar moralmente en lo correcto era, en última instancia, más importante que lograr la victoria".
Hay ideas que la imagen del Che ya no conlleva. Ideas que por otra parte serían muy difíciles de entender para los jóvenes que portan esas imágenes. Son de un período de la historia cuyo discurso resulta incomprensible. En La vida en rojo (1997) el ensayista mexicano Jorge Castañeda anota: "Las ideas del Che, su vida, su obra, incluso su ejemplo, pertenecen a otra etapa de la historia moderna, y como tales, difícilmente recobrarán algún día su actualidad. Las principales tesis teóricas y políticas vinculadas al Che -la lucha armada, el foco guerrillero, la creación del hombre nuevo y la primacía de los estímulos morales, el internacionalismo combatiente y solidario- carecen virtualmente de vigencia. La revolución cubana -su mayor triunfo, su verdadero éxito- agoniza o sólo sobrevive gracias al rechazo de buena parte de la herencia ideológica de Guevara. Pero la nostalgia persiste".
El "clima de época" está en toda esta historia que al correr de los años pareció desmesurada e imposible. Tenía el sello de la revolución cubana, que también en principio pareció imposible y que fue juzgada en todo el mundo de la izquierda como un suceso excepcional en el que habían concurrido una incorrecta información de los Estados Unidos, la congénita debilidad del ejército cubano, la bandera nacionalista de fuerte arraigo en la isla y un coraje fuera de lo común. Un golpe de dados.
Postado por Luis Favre às 19:02 0 comentários
Marcadores: Che Guevara, Cuba, Historia, Revista Ñ, Revolução Cubana
José Lezama Lima, Último viaje del peregrino inmóvil
El escritor cubano se hizo famoso en 1966 con Paradiso, una novela celebrada hasta por quienes estaban en sus antípodas estéticas. Esta evocación del final de su vida lo muestra como un coloso rabelesiano, cautivo del asma, la gula y el estilo gongorino de sus frases
Por Tomás Eloy Martínez
Para LA NACION Buenos Aires
A mediados de abril de 1968, cuando lo conocí en La Habana, no había escritor más parecido a la eternidad que José Lezama Lima. Julio Cortázar solía repetir "Lezama vaut le voyage ", la misma frase con que Drieu La Rochelle había anunciado el descubrimiento de Borges en 1932. Y Severo Sarduy, otro cubano tan luminoso entonces como postergado ahora, iniciaba a sus amigos de París en el culto del gran Lezama, recitándoles en los cafés de la rue Bonaparte fragmentos de "Telón lento para arias breves", un poema inédito que circulaba en volantes mimeografiados.
Lo que había hecho famoso a Lezama, sin embargo, no eran sus poemas, barrocos e intrincados como los de Góngora, sino una novela monumental, Paradiso , cuya primera edición había sido retirada de las librerías habaneras por las alarmas que causaban las demasías homosexuales de su capítulo octavo. Fidel Castro en persona debió levantar la sanción para aplacar el coro internacional de protestas. Ya no quedaba un solo ejemplar cuando llegué para entrevistar al autor legendario después de un viaje de treinta horas desde Buenos Aires. José Bianco me había entregado ampollas de Dyspne-Inhal, de las que se valía el poeta para aplacar su asma incesante. Y Gabriel García Márquez, al que vi de paso en Barcelona, me advirtió que podía quedar enredado para siempre en las lianas de un lenguaje sin pies ni cabeza. Ese invierno, García Márquez había estado ayudando a Enrico Cicogna en la traducción al italiano de Paradiso y tuvo que abandonar la empresa cuando quedó varado en una frase que cambiaba de género y de número varias veces en el breve curso de diez líneas.
Lezama era tan imponente como su novela. En 1968 medía un metro noventa, pesaba 130 kilos y adolecía de un hambre perpetua, que nada saciaba. Dos días antes de mi partida, me citó a la hora del almuerzo en el Floridita, el célebre café frecuentado por Hemingway. Disfrutó, con un placer que nunca he vuelto a ver en nadie, de un menú que comenzaba con una sopa de brevas tibias, seguía con una pierna de cerdo trufada, puré de castañas, langostas con salsa de manteca negra, natilla con frutos del bosque, helados de chocomenta, más un misterioso café a la diabla del que solo Lezama conocía el secreto. Nunca supe de dónde salieron aquellos manjares en la Cuba racionada de aquel entonces, y el dueño nos advirtió desde el principio que la cuenta saldría cara. Fue así. Dejé en el Floridita todo el dinero que llevaba para el viaje y viví de prestado hasta que tomé el avión que me llevó de regreso a Buenos Aires, luego de una escala obligatoria en Madrid.
Virgilio Piñera, el gran cuentista cubano que era también amigo de Pepe Bianco, me dijo que el banquete de aquel mediodía no era una excepción en los hábitos desmesurados de Lezama. Se alimentaba con el mismo entusiasmo a la mañana y a la noche, sin contar el "desayuno tardío" con tortas de chocolate y pasteles de crema que tomaba a las cinco de la tarde. "En los últimos cinco años ha engordado", contó Piñera. "Pero cuando los médicos le aconsejan que se cuide, se indigna. Nadie le ha dicho gordo en la cara. ...l se considera un gourmet , para quien la calidad de las comidas es inseparable de la cantidad."
Lezama Lima era famoso en el mundo entero pero seguía resistiéndose a salir de Cuba. Solo había estado fuera de la isla una vez, en 1951, cuando exploró durante una semana la bahía de Montego, en Jamaica. En 1968 vivía pendiente de una invitación italiana que no llegaba, soñaba con caminar por Saint-Germain en París y comer una morcilla con nueces en la Plaza Real de Madrid. Temía, sin embargo, que si se iba no lo dejarían volver. Imaginaba que poner un pie fuera del mar Caribe equivalía a la muerte para alguien que, como él, ocupaba tanto espacio. Sus vecinos de la calle Trocadero 162, donde había vivido durante más de treinta años -y seguiría viviendo hasta morir- lo llamaban el peregrino inmóvil . A Lezama le encantaba la metáfora porque, en verdad, viajaba con la imaginación a todas partes.
"Estar en un avión no es viajar", me dijo. "Lo único que se puede hacer durante la travesía es caminar de proa a popa. El viaje verdadero es un paseo del deseoso. Goethe y Proust, hombres de inabarcable diversidad, no viajaron casi nunca. La imago fue su navío. Soy como ellos. No viajo. Por eso, resucito."
Durante los tres días que pasé conversando con él no le oí una sola frase lisa y llana, de esas que impregnan el aire de las calles. Se quejaba, por ejemplo, de que a su edad no tenía derecho sino a un cuarto litro de leche al día. Para completar el litro debía apropiarse de la ración de su criada Baldomera. "Mi naturaleza humana se nutre de los inocentes que tienen ya un pie en el Hades", me dijo. "En este país fogoso solo hay leche para los mayores de setenta y los menores de siete; cifras cabalísticas, enigmas deuteronómicos. Yo, como viejo de 58, salgo a roer la leche ajena, cual sierpe gongorina." Así hablaba Lezama. Alargaba las vocales, enrulándolas: su acento era intraducible, gongoriiinooo . García Márquez tenía razón: le brotaban lianas de la garganta y, sin advertirlo, cualquiera se perdía en esa selva verbal.
La imaginación de Lezama empezaba en la puerta de su casa de la calle Trocadero. Dos columnas torneadas flanqueaban la entrada de hierro y vidrio. A un lado y otro, sendos balcones se inclinaban sobre la vereda. Detrás del zaguán, en armarios cuyas vitrinas atraían un polvo insistente, Lezama exhibía sus tesoros: figurillas japonesas, dracmas griegos, distracciones de anticuarios. A un guerrero de jade que no medía más de un palmo, el poeta le asignaba cinco siglos. "Fue una ofrenda desechada por el shogun Yoshimasa en las postrimerías de la guerra de Onin", se enorgulleció. No le creí. Esa tarde, sin embargo, Virgilio Piñera confirmó que Lezama no exageraba: "Lo que te mostró no es de jade ni es tampoco un guerrero", dijo. "Es una de esas figuras que se vendían antes en los mercados, en la época de Batista. Los datos que te dio Lezama son falsos pero tienen asidero en la historia. Entre 1467 y 1476 hubo una guerra civil en Kyoto, conocida como la guerra de Onin. El árbitro de los combatientes era un shogun , Ashikaga Yoshimasa."
Resurrección y viaje
Lezama era católico, creía en la resurrección de la carne. Pero en La Habana oficialmente atea de 1968 no se atrevía a decirlo en alta voz. Fue bautizado la Navidad de 1910 con los nombres de José María Andrés Fernando, a los cinco días de nacer. Se casó a los 54 años con María Luisa Bautista en la iglesia del Espíritu Santo, rodeado de morados y de encajes episcopales. "Me uní a ella", le escribió a su hermana Eloísa, exiliada en Miami, "por mandato de mamá, para enfrentarme a la soledad que me anegó después de su muerte".
Cuando lo vi en La Habana de 1969 suponía que en el más allá los muertos navegaban por largos mares de dicha: una felicidad interminable por cada breve pena. La resurrección era completa en el paraíso, como quería san Pablo. "Resucitaremos", me dijo Lezama, "con las vísceras, huesos y dientes perdidos en el camino". El cuerpo, enunciado por él, parecía un recodo del infinito: los hueesos , las arteriaas , los oojos .
Tenía razón el poeta. No necesitaba viajar, porque su vida fue siempre un ida y vuelta de la madre, Rosa Lima y Rosado, a la que tributaba devoción, sumisión, paciencia. Doña Rosa había muerto en 1965, tres años antes de mi llegada a La Habana, pero parecía no haberse ido de la casa. El poeta hablaba de ella en tiempo presente y, de a ratos, la reprendía por vivir tan pendiente del padre. "Le repito que deje de esperarlo a la hora de la comida", me dijo. "Pero no se equivoca cuando lo espera. Deja la silla libre para que él se siente y, cuando lo oímos llegar, conversamos con Padre como en los mitos pitagóricos. Siempre sentimos ella y yo el latido de su ausencia. Ahora los latidos son dos."
El padre, José María Lezama y Rodda, coronel de artillería, murió de una gripe arrolladora en 1919, cuando el poeta tenía 9 años. Desde entonces, los hijos y la madre lo invocaron de las maneras más raras. "Una tarde -contó Lezama- mi madre nos puso a jugar a los yaquis, a mí, el varón único, y a mis dos hermanas." Los yaquis es un juego infantil que consiste en levantar pequeñas crucetas del suelo al compás de una pelota, y en irlas desparramando sobre el piso. "Esa tarde, las crucetas formaron al caer un dibujo que era la cara de nuestro padre. ¿Ves, Joseíto?, me dijo mamá. Tu padre, el coronel está ordenando que cuentes la historia de la familia. Tú tienes que, tú vas a, tú debes. Así era ella, un nido de órdenes tiernas." Las amarguras aparecen, disimuladas, en el poema de 1942 que Lezama tituló "Llamado del deseoso": Deseoso es aquel que huye de su madre,/ Despedirse es cultivar un rocío para unirlo en la secularidad de la saliva./ La hondura del deseo no va por el secuestro del fruto./ Deseoso es dejar de ver a su madre . Lo que me dijo en 1968 tenía, en cambio, el acento de una elegía: "Ella es lo invisible que continúa trabajando sobre mí. Todo lo que hago le está dedicado. Su acento me acompaña en las noches cuando me duermo. Al despertar en las mañanas, oigo su voz de criolla fina que repite: Escribe, Joseíto, no dejes de escribir".
Cumplió al pie de la letra todos los mandatos familiares. Se doctoró en Derecho Civil a fines de 1939, abrió un bufete en el que nunca trabajó, fundó revistas que se volverían mitológicas como Verbum (1937), Espuela de Plata (1939-41) y la ejemplar Orígenes (1944-57), que despertaría la admiración de Victoria Ocampo. De esos días le quedaron pocos rastros: un diploma amarillo de abogado en el fondo de la casa, ejemplares viejos de revistas que volaban por el patio "abrigándonos -como el poeta dijo- con su aroma a trigo fresco, a luz de tinta, a saludo de la mañana".A mediados de abril de 1968, cuando lo conocí en La Habana, no había escritor más parecido a la eternidad que José Lezama Lima. Julio Cortázar solía repetir "Lezama vaut le voyage", la misma frase con que Drieu La Rochelle había anunciado el descubrimiento de Borges en 1932. Y Severo Sarduy, otro cubano tan luminoso entonces como postergado ahora, iniciaba a sus amigos de París en el culto del gran Lezama, recitándoles en los cafés de la rue Bonaparte fragmentos de "Telón lento para arias breves", un poema inédito que circulaba en volantes mimeografiados.
Lo que había hecho famoso a Lezama, sin embargo, no eran sus poemas, barrocos e intrincados como los de Góngora, sino una novela monumental, Paradiso, cuya primera edición había sido retirada de las librerías habaneras por las alarmas que causaban las demasías homosexuales de su capítulo octavo. Fidel Castro en persona debió levantar la sanción para aplacar el coro internacional de protestas. Ya no quedaba un solo ejemplar cuando llegué para entrevistar al autor legendario después de un viaje de treinta horas desde Buenos Aires. José Bianco me había entregado ampollas de Dyspne-Inhal, de las que se valía el poeta para aplacar su asma incesante. Y Gabriel García Márquez, al que vi de paso en Barcelona, me advirtió que podía quedar enredado para siempre en las lianas de un lenguaje sin pies ni cabeza. Ese invierno, García Márquez había estado ayudando a Enrico Cicogna en la traducción al italiano de Paradiso y tuvo que abandonar la empresa cuando quedó varado en una frase que cambiaba de género y de número varias veces en el breve curso de diez líneas.
Lezama era tan imponente como su novela. En 1968 medía un metro noventa, pesaba 130 kilos y adolecía de un hambre perpetua, que nada saciaba. Dos días antes de mi partida me citó a la hora del almuerzo en el Floridita, el célebre café frecuentado por Hemingway. Disfrutó, con un placer que nunca he vuelto a ver en nadie, de un menú que comenzaba con una sopa de brevas tibias, seguía con una pierna de cerdo trufada, puré de castañas, langostas con salsa de manteca negra, natilla con frutos del bosque, helados de chocomenta, más un misterioso café a la diabla del que sólo Lezama conocía el secreto. Nunca supe de dónde salieron aquellos manjares en la Cuba racionada de aquel entonces, y el dueño nos advirtió desde el principio que la cuenta saldría cara. Fue así. Dejé en el Floridita todo el dinero que llevaba para el viaje y viví de prestado hasta que tomé el avión que me llevó de regreso a Buenos Aires, luego de una escala obligatoria en Madrid.
Virgilio Piñera, el gran cuentista cubano que era también amigo de Pepe Bianco, me dijo que el banquete de aquel mediodía no era una excepción en los hábitos desmesurados de Lezama. Se alimentaba con el mismo entusiasmo a la mañana y a la noche, sin contar el "desayuno tardío" con tortas de chocolate y pasteles de crema que tomaba a las cinco de la tarde. "En los últimos cinco años ha engordado", contó Piñera. "Pero cuando los médicos le aconsejan que se cuide, se indigna. Nadie le ha dicho gordo en la cara. ...l se considera un gourmet, para quien la calidad de las comidas es inseparable de la cantidad".
Lezama Lima era famoso en el mundo entero pero seguía resistiéndose a salir de Cuba. Sólo había estado fuera de la isla una vez, en 1951, cuando exploró durante una semana la bahía de Montego, en Jamaica. En 1968 vivía pendiente de una invitación italiana que no llegaba, soñaba con caminar por Saint-Germain en París y comer una morcilla con nueces en la Plaza Real de Madrid. Temía, sin embargo, que si se iba no lo dejarían volver. Imaginaba que poner un pie fuera del mar Caribe equivalía a la muerte para alguien que, como él, ocupaba tanto espacio. Sus vecinos de la calle Trocadero 162, donde había vivido durante más de treinta años -y seguiría viviendo hasta morir- lo llamaban el peregrino inmóvil. A Lezama le encantaba la metáfora porque, en verdad, viajaba con la imaginación a todas partes.
"Estar en un avión no es viajar", me dijo. "Lo único que se puede hacer durante la travesía es caminar de proa a popa. El viaje verdadero es un paseo del deseoso. Goethe y Proust, hombres de inabarcable diversidad, no viajaron casi nunca. La imago fue su navío. Soy como ellos. No viajo. Por eso, resucito".
Durante los tres días que pasé conversando con él no le oí una sola frase lisa y llana, de ésas que impregnan el aire de las calles. Se quejaba, por ejemplo, de que a su edad no tenía derecho sino a un cuarto litro de leche al día. Para completar el litro debía apropiarse de la ración de su criada Baldomera. "Mi naturaleza humana se nutre de los inocentes que tienen ya un pie en el Hades", me dijo. "En este país fogoso sólo hay leche para los mayores de setenta y los menores de siete; cifras cabalísticas, enigmas deuteronómicos. Yo, como viejo de 58, salgo a roer la leche ajena, cual sierpe gongorina". Así hablaba Lezama. Alargaba las vocales, enrulándolas: su acento era intraducible, gongoriiinooo. García Márquez tenía razón: le brotaban lianas de la garganta y, sin advertirlo, cualquiera se perdía en esa selva verbal.
La imaginación de Lezama empezaba en la puerta de su casa de la calle Trocadero. Dos columnas torneadas flanqueaban la entrada de hierro y vidrio. A un lado y otro, sendos balcones se inclinaban sobre la vereda. Detrás del zaguán, en armarios cuyas vitrinas atraían un polvo insistente, Lezama exhibía sus tesoros: figurillas japonesas, dracmas griegos, distracciones de anticuarios. A un guerrero de jade que no medía más de un palmo, el poeta le asignaba cinco siglos. "Fue una ofrenda desechada por el shogun Yoshimasa en las postrimerías de la guerra de Onin", se enorgulleció. No le creí. Esa tarde, sin embargo, Virgilio Piñera confirmó que Lezama no exageraba: "Lo que te mostró no es de jade ni es tampoco un guerrero", dijo. "Es una de esas figuras que se vendían antes en los mercados, en la época de Batista. Los datos que te dio Lezama son falsos pero tienen asidero en la historia. Entre 1467 y 1476 hubo una guerra civil en Kyoto, conocida como la guerra de Onin. El árbitro de los combatientes era un shogun, Ashikaga Yoshimasa".
Resurrección y viaje
Lezama era católico, creía en la resurrección de la carne. Pero en La Habana oficialmente atea de 1968 no se atrevía a decirlo en alta voz. Fue bautizado la navidad de 1910 con los nombres de José María Andrés Fernando, a los cinco días de nacer. Se casó a los 54 años con María Luisa Bautista en la iglesia del Espíritu Santo, rodeado de morados y de encajes episcopales. "Me uní a ella", le escribió a su hermana Eloísa, exiliada en Miami, "por mandato de mamá, para enfrentarme a la soledad que me anegó después de su muerte".
Cuando lo vi en La Habana de 1969 suponía que en el más allá los muertos navegaban por largos mares de dicha: una felicidad interminable por cada breve pena. La resurrección era completa en el paraíso, como quería san Pablo. "Resucitaremos", me dijo Lezama, "con las vísceras, huesos y dientes perdidos en el camino". El cuerpo, enunciado por él, parecía un recodo del infinito: los hueesos, las arteriaas, los oojos.
Tenía razón el poeta. No necesitaba viajar, porque su vida fue siempre un ida y vuelta de la madre, Rosa Lima y Rosado, a la que tributaba devoción, sumisión, paciencia. Doña Rosa había muerto en 1965, tres años antes de mi llegada a La Habana, pero parecía no haberse ido de la casa. El poeta hablaba de ella en tiempo presente y, de a ratos, la reprendía por vivir tan pendiente del padre. "Le repito que deje de esperarlo a la hora de la comida", me dijo. "Pero no se equivoca cuando lo espera. Deja la silla libre para que él se siente y, cuando lo oímos llegar, conversamos con Padre como en los mitos pitagóricos. Siempre sentimos ella y yo el latido de su ausencia. Ahora los latidos son dos".
El padre, José María Lezama y Rodda, coronel de artillería, murió de una gripe arrolladora en 1919, cuando el poeta tenía 9 años. Desde entonces, los hijos y la madre lo invocaron de las maneras más raras. "Una tarde -contó Lezama- mi madre no puso a jugar a los yaquis, a mí, el varón único, y a mis dos hermanas". Los yaquis es un juego infantil que consiste en levantar pequeñas crucetas del suelo al compás de una pelota, y en irlas desparramando sobre el piso. "Esa tarde, las crucetas formaron al caer un dibujo que era la cara de nuestro padre. ¿Ves, Joseíto?, me dijo mamá. Tu padre el coronel está ordenando que cuentes la historia de la familia. Tú tienes que, tú vas a, tú debes. Así era ella, un nido de órdenes tiernas". Las amarguras aparecen, disimuladas, en el poema de 1942 que Lezama tituló "Llamado del deseoso": Deseoso es aquel que huye de su madre,/ Despedirse es cultivar un rocío para unirlo en la secularidad de la saliva./ La hondura del deseo no va por el secuestro del fruto./ Deseoso es dejar de ver a su madre. Lo que me dijo en 1968 tenía, en cambio, el acento de una elegía: "Ella es lo invisible que continúa trabajando sobre mí. Todo lo que hago le está dedicado. Su acento me acompaña en las noches cuando me duermo. Al despertar en las mañanas, oigo su voz de criolla fina que repite: Escribe, Josesito, no dejes de escribir".
Cumplió al pie de la letra todos los mandatos familiares. Se doctoró en Derecho Civil a fines de 1939, abrió un bufete en el que nunca trabajó, fundó revistas que se volverían mitológicas como Verbum (1937), Espuela de Plata (1939-41) y la ejemplar Orígenes (1944-57), que despertaría la admiración de Victoria Ocampo. De esos días le han quedado pocos rastros: un diploma amarillo de abogado en el fondo de la casa, ejemplares viejos de revistas que vuelan por el patio "abrigándonos -como el poeta dijo- con su aroma a trigo fresco, a luz de tinta, a saludo de la mañana".
La publicación de Paradiso a fines de 1966 le cambió la vida. Lezama se consagró entonces a la tarea imposible de poner orden en el vértigo de lo que él llamaba su sistema poético y a la escritura de otra novela que no pudo terminar, Oppiano Licario, cuya primera versión se llamaba Inferno. En 1966 era uno de los seis vicepresidentes de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba, uneac, y trabajaba -es un decir- como asesor del Centro de Investigaciones Literarias. Su primera novela fue editada por la uneac con una repercusión tan instantánea que casi en seguida fue reimpresa por Ediciones Era en México, por Alianza en Madrid y por De la Flor en Buenos Aires. Julio Cortázar la celebró con un extenso ensayo incluido en La vuelta al día en ochenta mundos, que circuló como una consigna de gloria en los agonizantes ´60s.
"Paradiso -escribió Cortázar- es una ceremonia, algo que preexiste a toda lectura con fines y modos literarios". Y la incorporó al club de grandes novelas secretas, junto a El hombre sin atributos de Robert Musil y La muerte de Virgilio de Hermann Broch. Mario Vargas Llosa, que defendía un arte de narrar situado en las antípodas de Paradiso, no vaciló sin embargo en compararla con Finnegans Wake de Joyce, Bouvard y Pecuchet de Flaubert y, otra vez, con la obra magna de Musil.
La eternidad parecía asegurada y así lo vivía, incrédulo, el propio Lezama. "Creo -me dijo- que Paradiso permitirá valorar con más justicia mis olvidadas obras anteriores. Para un poeta que ya ha cumplido sus días y sus ejercicios, el centro del paraíso es la novela. Me siento como esos reyes egipcios que acaban de morir y cuya partida es explicada por los cortesanos con una frase luminosa: El faraón se ha hundido en la línea del horizonte".
En la cueva de Polifemo
Quisiera regresar al mismo día de abril en la calle Trocadero, cuando lo conocí. La anciana Baldomera, en el patio, remienda un lienzo perfecto sin agujeros ni desgarros. María Luisa, la esposa, que hasta entonces nos ha seguido en silencio, me muestra el certificado de matrimonio religioso que la unió a Lezama en 1965, poco después de la muerte de Doña Rosa. Es una dama apacible, profesora jubilada de castellano, que parece bondadosa y dispuesta al sacrificio. Cuando se casaron, cuenta Lezama, visitaron la catedral, "cuyas curvas de piedra remedan el oleaje", la calle del Obispo, el café La lluvia de oro y la estatua de Fernando VII, con la nariz tronchada y los ojos libidinosos.
"Luego -sigue el poeta- María Luisa afrontó las anfractuosidades de esta cama. Vengan a verla. Es Polifemo, caracol torcido". No resistiéndose a la tentación de rimar otro endecasílabo, añade: "Caverna de murciélago aterido".
Veo la cama: es cóncava, los elásticos fueron vencidos hace ya mucho por un cuerpo de huevo pascual. Cualquiera pensaría que quien caiga en ella podría no levantarse. Pero María Luisa es ágil, delgada, un junco de cincuenta años que nada pide, nada dice. Alrededor de la cama hay altas columnas de libros y daguerrotipos. Desde un marco de nácar, Eloísa, la abuela del poeta, sonríe con malevolencia, cofia bordada y barbilla enhiesta; desde otro, de madera, un coronel de kepís -el padre- vigila con severidad el buen orden de la casa. Las fotos de la madre sonríen en casi todos los rincones. "Mamá", dice Lezama, "deja su luz en cada orilla. Vivo por mamá. Mi vida es esa muerta".
Entre los fantasmas familiares canta el óleo de un gallo que vaticina maldades. Si hay sombras en el cuarto, es porque los libros de poetas no dejan pasar la luz: T. S. Eliot, Mallarmé, René Char, Michaux y, por todas partes, Góngora; Góngora y Quevedo.
A hurtadillas, como escondiéndose, Lezama aspira el rocío de una ampolla de vidrio. Contiene Dyspne-Inhal y, si le faltara, el asma no lo dejaría respirar. Uno de los temas centrales de sus cartas a Cortázar es el Dyspne-Inhal. Ahora, de pie en la atmósfera asfixiante del dormitorio, el poeta recita el nombre de sus remedios como si fueran -él lo dice- estribillos etruscos: "Celestone, Ilosone, Raudaxin/ Himrod, fumigatorios, Nebulina".
Años después leí la descripción que Lezama hizo del Dyspne-Inhal: "No un atomizador, no te confundas, sino un nebulizador de cristal. Irriga levedad, rocío, diríase un suspiro que humedece las paredes del árbol bronquial y me dilata el aire como si en mí estuviera entrando la mañana".
Aquella misma tarde de 1968, aún perseguido por el concierto de sus bronquios, anoto en el cuaderno que he llevado conmigo: "Las volutas de la escritura de Lezama son las volutas de su respiración. Un lenguaje de rulos, doblado por infinitos desvíos, un lenguaje sinfónico, que se despliega como humo en los tubos de un órgano. Su lenguaje es el asma invadiendo la salud del castellano".
El poeta lleva tres días sin dormir. "Por el asma", me dice. "El médico supone que se debe a un fungus, una maleza sacrílega que flota en el aire. El asma llega hasta mí en dos ondas: primero, desaparece debajo del mar; luego, sube a los jaspes líquidos del gran acuario donde los peces desatan nieblas y en pendiente vagan". Reconozco el eco de otra voz en lo que dice y él se da cuenta en el acto. "Ya lo sabe. Canté la música de Góngora". "Góngora", repite. O más bien: "Goongoraa". Y sigue: "Yo también soy un pez. A falta de bronquios, respiro con branquias. Me consuelo pensando en la cofradía larga de asmáticos que me ha precedido: Séneca el primero; Proust, que fue de los últimos, moría tres veces cada amanecer para resucitar tres veces por la noche. Si alguien soy, soy el asma. A la disnea de la enfermedad he sumado la disnea de la inmovilidad. Carezco de otro carruaje que el de la imaginación, pero mis ruedas son rápidas: tienen ojos de lince. A todo he sobrevivido. Ahora me dispongo a sobrevivir también a la muerte".
Telón lento para un aria breve
Cuando la eternidad de Lezama Lima empezó -si acaso las eternidades empiezan- eran los tiempos de amor desenfrenado por la música de los Beatles y de amor desenfrenado, punto. Las parejas cantaban por la calle las canciones de Sgt Pepper , "With a Little Help From my Friends"y "Lucy in the Sky With Diamonds", se abrazaban y cantaban con una libertad que parecía inagotable. Cuba estaba entonces en el centro del mundo, pero también estaba fuera del mundo. Los escritores llegaban en oleadas desde todas partes a participar en los banquetes de la revolución.
En La Habana, la imagen del Che caído hacía pocos meses en Bolivia se multiplicaba en las plazas, en las esquinas, en los lienzos que atravesaban las calles. Había largas filas en los puestos que vendían helados Coppelia, y la revista Casa de las Américas -cuyo mentor era el poeta Roberto Fernández Retamar- se entregaba gratis a los viajeros en el aeropuerto. No había señales del conflicto que dos años más tarde desataría la detención del poeta Heberto Padilla y su posterior confesión staliniana, Fidel tampoco había lanzado sus denuestos contra "los intelectuales burgueses y agentes de la cia " que habían comido de su mano y denunciado luego sus censuras. Las aguas de la solidaridad con la revolución cubana se partieron y Lezama Lima quedó en el medio. El silencio cubrió entonces su obra como -él lo diría- "una sábana negra".
Los intelectuales disidentes estaban convirtiéndose en el hecho maldito de la revolución. Virgilio Piñera y José Rodríguez Feo -principal mecenas de la revista Orígenes- vivían enclaustrados, muertos de miedo, tratando de captar emisiones de Miami que les acercaran noticias del mundo. En su refugio de la calle Trocadero, Lezama seguía ajeno a todo. Apenas sobrepasaba los sesenta años, pero se sentía enfermo y sin ganas de nada.
Le escribí varias cartas desde entonces, pero jamás las contestó y nunca supe si le llegaron. Durante largo tiempo, y hasta que tuve la noticia de su muerte, ocho años después de nuestro encuentro en La Habana, quise conocer las oscuridades de su destino. Sólo tuve noticias de la acentuación de su asma y de su doloroso final cuando Margarita Sánchez, una de mis estudiantes de doctorado en la universidad de Rutgers, viajó a La Habana y se puso en contacto con el doctor José Luis Moreno del Toro, que había heredado la casa de la calle Trocadero.
Moreno le contó que, meses antes de morir, Lezama había engordado otros veinte kilos y apenas se movía. La atmósfera de su dormitorio, siempre irrespirable, se tornó más espesa cuando el poeta ordenó encender un sahumerio de polvos de Abisinia e instaló un vaporizador perpetuo de Dyspne-Inhal. Aabisiniaa, recitaba, alzando la garganta hacia el desvencijado techo. Y desde lo alto descendía un eco de fantasmas: Aabisiniaa.
Aunque la salud empeoraba velozmente, Lezama daba pretextos cada vez más imaginativos para que no lo internaran. Sobrevivió de milagro a una infección en los bronquios y a otra en las vías urinarias. Moreno del Toro le sugirió radiografías y ecografías. "Hoy me siento muy mal", decía el poeta. "Hagamos esos exámenes mañana". Y al día siguiente reclamaba que llevaran las máquinas de radiología a su casa. "En el hospital murieron mi padre y mi madre. No quiero ser yo también cordero de sacrificio. No iré, no iré. A la puerta de los hospitales está siempre anclada la nave de Proserpina".
El doctor Moreno lo visitaba todos los miércoles por la tarde, cuando el poeta devoraba su "desayuno nocturno". El 4 de agosto de 1976, un miércoles, le sorprendió que nadie lo atendiera cuando llamó a la puerta. Entró y vio a María Luisa en la penumbra del vestíbulo, bañada en llanto. "No sé qué hacer, doctor", dijo. "Joseíto tuvo fiebre toda la noche, y ahora la fiebre le ha subido a 39". Moreno imaginó una infección agravada, acaso una neumonía, y decidió esperar otra noche. Al amanecer del jueves, cuando regresó a la casa, Lezama dormía plácidamente. Se había negado a tomar líquidos para no desconcertar -como él decía- a los corpúsculos de Malpighi mientras estuvieran atareados en el filtrado renal. También rechazaba los antibióticos y sólo aceptaba tés caseros de pelo de choclo y de cepacaballo. Al mediodía, la fiebre volvió a remontar: 39,5, 40 grados.
"Estamos cerca de un desastre, María Luisa", se quejó Moreno. "No puede seguir sin antibióticos. Si se niega a la vía oral, habrá que dárselos de otra manera". El poeta se despertó invocando con terror a todos los "símbolos anunciadores de muerte. "Aléjenme de la casa del Hades", suplicaba. "No menten a Plutón. Pónganme lejos del pantano de Estigia". Moreno insistió en que fueran al hospital y se quedó a su lado hasta las tres de la mañana del sábado. Cuando el poeta se adormeció, vencido por la fiebre, le inyectó antibióticos en el brazo. Antes de que amaneciera corrió al hospital Calixto García, reservó un cuarto y ordenó que enviaran una ambulancia a primera hora.
De todos modos, Lezama no quería salir de la cama y nadie se atrevía a desplazarlo por la fuerza. El par de enfermeros que conducían la ambulancia quedaron amedrentados por la corpulencia de aquel rinoceronte que se inflaba sin que nadie supiera por qué. "Hoy no estoy para hospitales", dijo al amanecer del domingo 8. "Hoy no tengo intención de morir". Hacia el mediodía lo llamó por teléfono el presidente Osvaldo Dorticós. El poeta tuvo un ataque de tos mientras hablaba y le pasó la comunicación al doctor Moreno. "Que nadie se preocupe, doctor", dijo Dorticós. "Aquí resolveremos hasta la menor dificultad".
Quedaba poco por resolver, sin embargo. Al caer la tarde llegó a la casa Roberto Fernández Retamar, el hombre fuerte de la cultura cubana. "¿Tú también vienes a verme morir?", bromeó el poeta. "No pienso darles el gusto. Hasta Fidel imagina que ya he bajado a la mansión del Hades, pero estoy en Guanabacoa, bailando una rumba en cueros". La papada se le plegaba enorme sobre el pecho. Cada tanto, el poeta se la palpaba y repetía, con la voz entrecortada: Hinchado está el mulo, valerosa hinchazón/ que le lleva a caer hinchado en el abismo.
Cuando Retamar se marchó, Lezama trató de levantarse. Un desmayo fulminante lo derrumbó en la cama. El doctor Moreno se dio cuenta que ya no podía perder tiempo y que ésa era una oportunidad de providencia. La neumonía estrangulaba los pulmones del enfermo y le apagaba la vida. Los camilleros que montaban guardia intentaron llevarlo a la ambulancia pero fueron vencidos por el cuerpo descomunal del poeta. Los vecinos más fuertes del barrio acudieron a socorrerlos. Aun así, se les quedaba estancado a cada paso. Les cerraban el paso los muebles, las figuritas de porcelana, las torres de libros. Tuvieron que quitar las persianas del balcón y abrir un hueco en la mampostería porque el cuerpo afiebrado seguía hinchándose.
Antes de las seis de la tarde, Lezama despertó en una cama del hospital. Lo primero que hizo fue pedir que le llevaran un flan con crema. Apenas podía respirar y, por primera vez en la vida, una sola cucharada lo sació. Cuando el poeta Cintio Vitier entró en el cuarto para darle un abrazo, Lezama le dijo que los médicos exageraban lo que era "un simple catarrito". El doctor Moreno contó que ya estaba en agonía y no se daba cuenta. Las flemas aumentaban y le enrarecían la respiración. Tuvieron que entubarlo, inyectarle más antibióticos, ponerle broncodilatadores. La abnegada María Luisa lo tenía de las manos y lloraba tragándose las lágrimas. A las dos de la mañana del lunes 9 de abril le oyó decir, con el hilo de voz que le quedaba: "Ave María, me cubre la manta negra". Tenía los ojos muy abiertos, llenos de curiosidad por el mundo que dejaba. La eternidad que había empezado con Paradiso ahora también tenía un fin.
Postado por Luis Favre às 15:10 0 comentários
Marcadores: arte, Cuba, Cultura, José Lezama :ima, Literatura, livros, Paradiso, Tomás Eloy Martínez