segunda-feira, 17 de setembro de 2007

Greenspan acusa a Bush en sus memorias de invadir Irak para controlar el petróleo

Alan Greenspan, George Bush y Ben Bernanke- AP

El ex presidente de la Reserva Federal califica de irresponsable la política fiscal del Gobierno

SANDRO POZZI - Nueva York para El País

Alan Greenspan no puede ser más oportuno. El ex presidente de la Reserva Federal -el Banco Central de EE UU- publica hoy sus memorias The age of turbulence: adventures in a New World (La era de las turbulencias: aventuras en un nuevo mundo), en las que acusa al presidente de EE UU, George W. Bush, de invadir Irak para controlar el petróleo. Y como ya hiciera cuando estaba al frente de la Fed, no duda en criticar también a la Casa Blanca y al Partido Republicano por llevar a cabo una política fiscal irresponsable, que causó un aumento alarmante del gasto público.

El libro de Greenspan sale a la venta un día antes de que se celebre una reunión decisiva en la Reserva Federal, donde su sucesor, Ben Bernanke, intentará lidiar con una crisis hipotecaria que amenaza con lastrar la economía a la recesión. El ex presidente de la Fed -cargo considerado como el más influyente tras el de presidente- tiene 81 años. Fue designado por Ronald Reagan en 1987. Estuvo más de 18 años en su puesto y siempre calibró sus palabras.

A los pocos meses de ponerse al frente de la Fed le tocó lidiar con la gran crisis financiera mundial de finales de los ochenta. Más tarde, los ataques del 11-S, el estallido de la burbuja de las empresas de Internet y escándalos como el de Enron pusieron a prueba su liderazgo. En la biografía utiliza su propia voz para dar detalles de su relación con Richard Nixon, Ronald Reagan, Bill Clinton y los Bush, padre e hijo.

Greenspan, que dejó su cargo en febrero de 2006, se define como un "republicano libertario". Pero el hecho de que sea conservador no le impide opinar sobre la política de Bush. Se atreve a poner el dedo donde más le duele al inquilino de la Casa Blanca: la guerra de Irak. El gurú es escueto aunque directo en su conclusión sobre la invasión del país árabe: "La guerra de Irak es sobre todo por el petróleo", remacha.

De Bush dice que es un presidente que pone la ideología por delante de sus promesas electorales, y lamenta la incapacidad de la Casa Blanca para aplicar las mejores políticas económicas. Es más, dice que los anteriores secretarios del Tesoro, Paul O'Neill y John Snow, carecían de poder frente al Gabinete presidencial. No oculta su perplejidad por el cambio que sufrieron dos de sus viejos amigos: el vicepresidente, Dick Cheney, y el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, con los que trabajó en el equipo de Gerald Ford.

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