sexta-feira, 7 de setembro de 2007

Tras años de malos modos, buscan en Francia que se trate mejor a los turistas

THE OBSERVER. ESPECIAL
Clarín


Los labios fruncidos, los hombros encogidos y la indiferencia solapada hacia el extranjero fueron objeto de quejas por parte de los turistas durante décadas. Pero ahora el notorio malhumor de los franceses parecería haber recibido su justo castigo.

Por primera vez desde que se inventó el turismo, Francia cayó de su puesto de principal destino del mundo. Y las autoridades se lo están tomando tan en serio que les están dando nuevos lineamientos a aquellos que trabajan con los extranjeros para que sean mejores anfitriones.

Después de un verano funesto, las autoridades de turismo de Francia dicen que sólo el Mundial de Rugby -que empieza hoy y que, según se espera, atraerá a 300.000 hinchas extranjeros- parece capaz de mantener al gallo cacareando. Pero, para eso, los franceses van a tener que acostumbrarse -entre otras cosas- a que el idioma de Molière entre en desuso.

La semana pasada, Francia tomó conciencia de que, si bien sigue siendo un país bendecido por 79 millones de visitantes anuales, cayó al tercer puesto -detrás de EE.UU. y España- en materia de ingresos por turismo. En una entrevista inusualmente aguda, el secretario de Estado para Turismo, Luc Chatel, dijo: "Tenemos que hacer un esfuerzo colectivo. Fuimos muy exitosos en los años 70, pero los turistas hoy son diferentes; hacen sus propias reservas en Internet y prefieren los viajes cortos. Nuestra mayor desventaja es que nos perciben como poco amistosos".

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