Chile: dilema existencial para un gobierno socialdemócrata
El descontento social que afloró esta semana en las protestas en la capital chilena ilumina situaciones que se repiten en la mayoría de países de la región.
Oscar Raúl Cardoso para Clarín
ocardoso@clarin.com
Hay, por lo menos, dos formas de entender los tumultos de descontento sindical de los últimos días en Chile.
Uno de ellos, el más frecuente que emplean los analistas, es un complejo inventario de motivaciones más o menos mezquinas: la insinuación de un agotamiento histórico de la Concertación —alianza de socialistas y democristianos que gobierna el país desde los años 80— que hace tiempo se anuncia sin que se cumpla; una puja entre los sectores políticos y sindicales del socialismo por el tipo de voz que les corresponde en la administración de Michelle Bachelet, y hasta especulaciones sobre las intenciones de un sector —obviamente masculino— de la dirigencia política chilena que quiere imponerle un "tributo de género" a la Presidenta por haberse alzado con el premio de su candidatura consagrada electoralmente.
En otras palabras, parecen querer recordarle que por su condición de mujer su liderazgo no podría ser igual de sólido al de, digamos, Ricardo Lagos, Eduardo Frei o Patricio Aylwin, sus antecesores. Parece un propósito absurdo y autodestructivo, pero la naturaleza humana aconseja no descartar nada de plano.
En alguna medida cada uno de estas motivaciones —y otras muchas posibles— deben haber estado presentes en el pequeño tsunami político que la Central nica de Trabajadores de Chile le planteó al gobierno el miércoles pasado con una protesta callejera a la que sumaron algunas figuras no sindicales del oficialismo. La voz de Bachelet sonó clara un día después cuando reprochó, no sin razón, que "no es posible apoyar a un gobierno día por medio".
La protesta de la CUT tiene el signo salarial pero es de mayor dimensión: un sector de la sociedad chilena que con su voto llevó a Bachelet a la Presidencia se considera víctima de una distribución regresiva del ingreso nacional y no descubre que el gobierno esté realmente comprometido con modificar esta situación. Lea más aqui
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