domingo, 9 de setembro de 2007

"El Eternauta" e a polêmica provocada por Pablo de Santis


Aniversario

El eternauta

Historia a cuadros

Los cincuenta años de la aparición de El Eternauta y los treinta de la desaparición de su guionista, Héctor Germán Oesterheld, imponen una nueva, necesaria visita a la historieta que logró convertirse en un relato clave de la narrativa argentina
Viernes 7 de setiembre de 2007 | 19:26 (hace 2 días)
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Por Pablo de Santis

Para LA NACION, Buenos Aires - 2007

Sobre Buenos Aires ha caído a menudo la lluvia de la imaginación, con su amenaza de cambios y catástrofes. Leopoldo Marechal excavó, bajo la ciudad, un infierno llamado Cacodelphia; en el "Informe sobre ciegos"de Sabato es la Secta Sagrada de los Ciegos la que domina las profundidades. En los cuentos de Cortázar, Buenos Aires se conecta de improviso con el imperio azteca o con París; en Invasión , la película de Hugo Santiago, la ciudad se recibe de mito, la bautizan Aquilea y la visitan tecnócratas de traje. También Héctor Germán Oesterheld imaginó la invasión, pero extraterrestre. En la secuencia inicial de El Eternauta -de cuya publicación se cumple medio siglo-, un guionista de historietas recibe la visita de Juan Salvo, un hombre del futuro, que llega para advertirle que la ciudad será invadida. Toda la historieta, con sus 350 y pico de páginas, es un largo racconto : la promesa de la nevada mortal y de los horrores que seguirán.




Ese comienzo es ejemplar. El guionista se empeña en trabajar en medio de la noche, en una casa de las afueras. El lector se siente cómodo en esa noche fría y estrellada, con el rasguido de la pluma contra el papel como único sonido. Esa escena, en la que es precisamente un guionista de historieta el testigo del largo relato, ha hecho de El Eternauta un símbolo y un umbral de la historieta argentina. Nuestra literatura -como señaló Juan Sasturain- se alimentó siempre de libros heterogéneos, raros, imprevisibles, como el Facundo de Sarmiento o la Operación masacre de Rodolfo Walsh. También debe su vitalidad a la capacidad de poner en el centro del interés y del prestigio géneros como el fantástico y el policial. Nacida en una revista barata, la Hora Cero Semanal , de formato apaisado y tapa a dos colores, El Eternauta también pasó a formar parte de nuestros grandes relatos.

Oesterheld volvió a la invasión en una nueva versión que hizo para la revista Gente en 1969; para entonces, la gráfica experimental de Alberto Breccia y los cambios ideológicos del guionista -ya los malos no eran solo los extraterrestres, sino también las grandes potencias, que entregaban América Latina al invasor- hicieron que la historieta fuera insostenible en ese medio. Los autores tuvieron que compactar el argumento en pocas páginas. El Eternauta tuvo una segunda parte y luego la tercera (a la que se le agregó en años recientes una cuarta), pero la historia esencial sigue siendo la primera. Umberto Eco -pionero en este asunto de hablar de historietas bajo el rótulo de la semiología- señaló, a propósito de la serie de Charlie Brown, que el genio es aquel que convierte los condicionamientos en posibilidades. Oesterheld trabajó así, convirtiendo el formato episódico - El Eternauta se publicaba por entregas- en un potenciador de la historia. Sus invasores, a diferencia de los de tantas otras películas, novelas e historietas, se renuevan: después de la nieve, cascarudos y gurbos, y los manos, y esa especie de zombis Los defensores, en cambio, siempre son los mismos, aunque van cambiando: algunos temerosos se convierten en valientes, otros hacen el camino inverso. Nadie saca para siempre el carnet de héroe; todos lo tienen en sus manos por un rato.

Los dibujos de Francisco Solano López se convirtieron en imágenes imborrables para todos los lectores. Como ocurre con Chester Gould, el autor de Dick Tracy , en los dibujos de Solano López la sencillez y el despojamiento le han permitido seguir encantando a las sucesivas camadas del lectores. Un dibujo más complejo hubiera perdido su eficacia con los años. Solano López, frontal y directo, inventó caras inolvidables y postales definitivas de una Buenos Aires arrasada.

Una curiosidad dentro de la bibliografía de Oesterheld es El Eternauta y otros cuentos de ciencia ficción , que forma parte de una colección que Juan Sasturain dirigió para la editorial Colihue hace más de diez años, y que se proponía rescatar la obra literaria de Oesterheld. Ese volumen incluye unos fragmentos narrativos (quiero decir: pura prosa, sin dibujos) que el autor ensayó en los años sesenta sobre su memorable invasión y también algunos de los cuentos que publicó en revistas de ciencia ficción.

El Eternauta fue leída por varias generaciones: los primeros lectores fueron los de Hora Cero Semanal , la revista que Oesterheld publicaba en su propia editorial Frontera; después vino la edición en libro a color, más distintas versiones en las páginas de la revista Skorpio o como fascículos coleccionables. En los últimos años hubo un par de ediciones que se propusieron devolverle a la historieta el blanco y negro original, alejándola del color intrusivo (al que muchos lectores nos habíamos acostumbrado: después de todo, para cada lector la versión original es la primera que cayó en sus manos, no la que anotan las cronologías).

Las analogías entre El Eternauta y la desgracia personal de Oesterheld (desaparecido desde 1977, igual que sus cuatro hijas) resultan cansadoras; en cada homenaje se compara a los extraterrestres con la represión de los años setenta. Esa lectura quiere quitarle a la aventura su alegría y energía. Porque lo cierto es que, si prescindimos de alegorías y premoniciones, vamos a disfrutar como se debe de la persecución implacable, de la destrucción y el horror de la historieta, tanto como de los rasgos humanos de los personajes. Toda historia cuenta un secreto y ese secreto es, sobre todo, el porqué nos importan cosas que sabemos irreales, imposibles. Ese secreto nunca lo descubrimos del todo y por eso seguimos leyendo.

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gitargirl
09.09.07
11:20
edcoza: vos sos amigo de De Santis o querés que La Nación te regale una suscripción ? Si a vos De Santis te parece te "un autor inteligente", eso es cosa tuya. Tu referencia a las madres que hacen política con la muerte de sus hijos y bla bla la, pone en evidencia tu resentimiento y tu parcialidad. Yo como argentina sigo exigiendo el esclarecimiento del asesinato de Oesteheld y de su familia. Parecería que a vos (y tambiéna De Santis) la existencia de un estado de derecho en la República Argentina -tema que plantea El Eternauta- no les interesa, o prefieren hacese los distraídos. Vos, además, demostrás en tu comentario tu preferencia por las chicanas políticas. De Santis es el típico "intelectual crema chantilly": mediocre, soberbio y arrogante (cuando era chico redactaba aburridísimos guiones que Sasturain publicaba en una revista de editorial La Urraca). Yo creo que el aburrimiento es el tema que le da coheremcia a la obra de De Santis. Los extraterrestres hoy están invadiendo Malvinas, Iraq, Agfanistán y Palestina. El Eternauta sigue vigente. El mensaje de resistencia también. Juan Salvo conduce. Saludos Nacionales y Populares!

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anorange
09.09.07
11:18
Me encantó el punto de vista de la nota de Pablo de Santis. Como escritor, supo resaltar en este homenaje al Eternauta el rasgo fundamental de la obra de Oesterheld como materia siganificante: la historia que relata y cómo está contada. La historieta es un género muchas veces subestimado por los círculos literarios sacralizados. Lo que hace De santis es poner al Eternauta a la altura de los textos de los nombres màs resonantes de la historia de la leteratura argentina (más que demostrar algún grado de erudición personal, como sugiere un comentario publicado en este espacio, cosa que De Santis no necesita) y reivindicarlo desde el valor que tiene como objeto cultural desde hace ya cincuenta años. Las resignificaciones que surjan a partir de los sucesos históricos son válidas, pero forman parte de otro análisis, como queda claro en el texto.

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edcoza
09.09.07
06:15
El comentario de gitargirl es un síntoma de cierto congelamiento en el setentismo más patético que irritante. Ya las mayúsculas para Nacional y Popular delatan la miopía de la autora. Considerar alarde de erudición las citas del primer párrafo, bagaje común de cualquier lector, me recuerda a la Facultad de Filosofía y Letras de tiempos de Paco Urondo. Y que las novelas de De Santis sean aburridísimas... Por favor: es un autor que como pocos en el idioma sabe conjugar inteligencia y liviandad. Me parece que el último párrafo deschava a la autora: ¿será una de esas madres que después de hacer carrera política con la desaparición de sus hijos se la pasan estrechando manos de otros asesinos de hijos, en Serbia, en Irán, en el País Vasco?

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gitargirl
09.09.07
00:32
Pablo De Santis es "muy culto" y muy aburrido (seguro que va a hacer una carrera brillante como notero en el suplemento La Nacion). Todas las citas del comienzo de la nota son prescindibles para explicar El Eternauta de Oesterheld - quizás son necesarias para demostrar la erudiccon enciclopedica de De Santis y su habilidad para llegar a lugares comunes y trillados, y fundamentalmente, para no decir nada nuevo. El Eternauta tiene que ver con el peronismo, aunque a La Nacion no le guste y a De Santis tampoco. El Eternauta tiene que ver con la cultura Nacional y Popular, con la resistencia a la dictadura militar y con la idea de una sociedad más solidaria y más justa. De Santis, por intentar demostrar su erudicción - y quizás por intentar quedar bien con el diario de la familia Mitre- se olvidó de señalar los grandes temas de El Eternauta. Germán Oesterheld fue ignorado por La Nación durante décadas. Ya era hora de una nota que reivindique su producción artística. El último párrafo que nos dedica De Santis es algo así como una anti-moraleja: Pareciera que a De Santis no le importa el esclarecimiento del asesinato del autor de la saga de Sargento Kirk y de sus cuatro hijas, De Santis seguirá leyendo a Sábato y probablemente seguirá redactando aburridísimas novelas, obviando la dura realidad social argentina, la violencia política y la hipocresía de los medios de comunicación.
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