Argentina y Brasil sumaron fuerzas para reclamar cambios en el Fondo
Obtuvieron que el estratégico Comité Financiero aceptara repartir un 10% adicional de cuotas. Será entre los países que hoy tienen menos votos que el que les correspondería por el tamaño actual de sus economías.
La Argentina y Brasil ayer unieron fuerzas en la Asamblea del FMI para presionar por un objetivo común: acelerar las reformas que se necesitan para dar mayor participación a los países en desarrollo. Y obtuvieron algunos avances concretos, como el compromiso que asumió el estratégico Comité Financiero de distribuir un 10% adicional de cuota entre países que tienen una representación inferior a la que les correspondería por el tamaño actual de su economía.
El planteo incluyó la amenaza directa de los brasileños de impulsar la creación de una suerte de FMI regional, independiente de Washington. Fue hecha por el ministro de Economía, Guido Mantega, en la sesión inaugural del Comité que debe definir la estrategia del Fondo. La postura en favor de apurar los cambios en el reparto de poder interno fue ratificada por el ministro Miguel Peirano, en igual ámbito.
Peirano no habló sólo por la Argentina. Lo hizo como representante de los países del Grupo de los 24, donde también militan otras naciones latinoamericanas, asiáticas y africanas. "Queremos que el Fondo ejerza su función de supervisión de las economías en forma imparcial y pareja", sostuvo el ministro, en alusión a supuestos privilegios que gozan los países ricos a la hora de adoptar medidas monetarias y fiscales que no atienden el interés de la comunidad internacional.
Mantega apuntó en la misma dirección en su ponencia: "Es irónico -dijo- que los países que eran la referencia de buena gestión y conducta, son los mismos que enfrentan una fragilidad financiera que pone en peligro la prosperidad mundial".
En ese punto, el brasileño sostuvo que "los países en desarrollo tomarán su propio rumbo en caso de que se perciba que la reforma no se hará o que será apenas un simulacro". La frase remitió de inmediato a la experiencia del Banco del Sur, que no pasó desapercibida en Washington. En la delegación argentina que acompaña a Peirano admiten que, más allá de los problemas que enfrenta su creación, el lanzamiento de esta entidad sirvió para alertar a los países centrales sobre los riesgos de seguir marginando a América latina.
En el FMI están sensibilizados por estas expresiones de rebeldía. Además está fresco el intento de los países asiáticos de formar un organismo propio. La llegada de Dominique Strauss-Kahn a la conducción del Fondo a partir de noviembre, abrió expectativas de cambio y frenó el éxodo. Peirano y el presidente del Banco Central, Martín Redrado, se reunirán esta tarde con Strauss-Kahn para seguir analizando las reformas.
Uno de los pedidos que llevarán a ese encuentro, además de un reparto más equitativo del poder de decisión, es que se acelere la aprobación de una nueva línea de crédito automática para que los países puedan usarla en caso de crisis, pero que no esté llena de condicionalidades imposibles de cumplir. Y también explorarán las posibilidades técnicas que existen para que el FMI pueda avalar la marcha de la economía argentina con un acuerdo no tradicional. Esto le permitirá a la Argentina avanzar en la negociación con el Club de París por la deuda de US$ 6.200 millones.
El secretario del Tesoro de EE.UU., Henry Paulson, y el ministro Miguel Peirano encontraron un motivo de coincidencia en medio de las miradas divergentes sobre la reforma del FMI: la agresiva política comercial de China, basada en un tipo de cambio sobrevaluado y un mercado muy protegido. Fue en una reunión en la cual también participaron los ministros de Chile, México, Perú, Uruguay y Colombia. Peirano señaló que para neutralizar este fenómeno "la Argentina tiene una estrategia de desarrollo que privilegia a sectores con mayor valor agregado, con innovación tecnológica y capacidad de creación de empleo".
Nenhum comentário:
Postar um comentário