terça-feira, 30 de outubro de 2007

"Woman power"


LA NUEVA CAMADA DE MUJERES POLITICAS Y PRESIDENTAS DEMOCRATICAS

Clarín

Cristina se suma al "woman power", que ya exhibe su sello por el mundo
Vienen avanzando en lugares clave del planeta. Tienen un denominador común: la educación superior.

Por: Daniel Juri

Tal vez, haya llegado la hora de hacer cambios urgentes en el diccionario. En la larga lista de acepciones de la palabra "mujer", dice la Real Academia Española, en su vigésima segunda edición: "Mujer pública: prostituta".

Otra definición: "Mujer de gobierno: Criada que tenía a su cargo el gobierno económico de la casa". Como siempre, la lengua termina yendo un paso más allá que las academias. Y hoy, para el común de la gente, mujeres públicas, mujeres de gobierno son Angela Dorotea Kasner, Hillary Rodham, Cristina Fernández o Mamá Sirleaf . Y es que, a pesar de que a las tres primeras se las conozca por el apellido de sus maridos y a la cuarta con el más femenino de los apodos, se trata, nada menos, que de mujeres de todo el mundo que pasaron a ser emblema del "woman power", un fenómeno que amenaza con sacudir, también, hasta la última letra del diccionario.

La primera de estas mujeres es la poderosa jefa del gobierno alemán, Angela Merkel; la segunda, Hillary Clinton, la candidata demócrata que amaga con instalarse en la Casa Blanca y no, esta vez, para redecorarla como primera dama, sino para dirigir los destinos de la primera potencia del mundo. La tercera es Cristina Fernández de Kirchner, elegida ayer presidenta de los argentinos. Luego, le sigue Ellen Johnson Sirleaf, verdadero emblema de este arranque del siglo XXI, quien el año pasado se convirtió en la primera mujer presidenta de Africa. No solo eso: ganó las elecciones en Liberia con un 59,4 por ciento de votos y se hizo cargo de un país desgarrado por una guerra civil. Encima, pudo con la política y hasta con un fetiche masculino: venció en las urnas a un ex futbolista llamado George Weah.

A las poderosas de este mundo contemporáneo parece unirlas un denominador común: la educación superior. Fueron las aulas del siglo XX las que, en definitiva, les dieron a la mujer el instru mento fundamental para pelear lugares, por ejemplo, dentro del "old boys club" de EE.UU., como se llama a ese coto cerrado que, históricamente, produjo candidatos presidenciales a destajo, siempre hombres. Con su acceso a la educación superior, la mujer pudo liberarse hasta de ese viejo mito religioso que le endilgó durante siglos la causa del pecado original. Ese mito por el que solo Eva y una serpiente (femenina) fueron expulsadas del Paraíso. "Soy socialista, agnóstica, separada y mujer", dijo a poco de asumir el gobierno la presidenta chilena Michele Bachelet.

Merkel es científica, Hillary era una abogada exitosa cuando su marido llegó a presidente. Cristina también es abogada y un cuadro político de peso surgido de las filas del peronismo. La africana Sirleaf es una economista licenciada en Harvard. También salió de esa universidad estadounidense la abogada laboralista Tarja Jalonen, que ya va por su segundo mandato en Finlandia. Bachelet es médico cirujana y pediatra.

En el otro extremo del planeta, la economista Gloria Arroyo, actual presidenta de Filipinas -que lidia en su país contra la corrupción, la guerrilla y el terrorismo- compartió alguna vez las aulas con Bill Clinton, en la Universidad de Georgetown. Vaira Vike Freiberga, la presidenta de Letonia se doctoró en Psicología en Canadá. Es traductora de español y habla francés, inglés y alemán, además de letón, claro.

Profesionales, políticas exitosas, verdaderas damas, femeninas -cada una con su estilo- y lejos, muy lejos todas ellas, de esa imagen masculinizada que instaló la hoy anciana baronesa Margaret Thatcher, ex primer ministro británica, una famosa dama de hierro.

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