Brasil pone freno a la presión de los países desarrollados y se juega por el Mercosur
"No vamos a entregar el Mercosur a cambio de la Organización Mundial del Comercio", subrayó cortante el canciller brasileño Celso Amorim. Fue en respuesta a las presiones que ejercen sobre Brasil, ya sin disimulo, tanto EE.UU. como Europa para que el gobierno de Lula da Silva apoye la versión de libre comercio que promueven las grandes potencias en la actual Ronda de Doha.
Tal como está planteada, la jugada de los países ricos es promover la apertura de los mercados de bienes industriales sin dar a cambio bienes industriales de los países en desarrollo ni concesiones reales en la eliminación de los subsidios a sus productores agrícola. Según advirtió Amorim, bloques como el Mercosur estallarían en varios pedazos si se acepta la propuesta norteamericana y europea en las negociaciones. El ministro brasileño pidió "flexibilidad" a los desarrollados respecto a las exigencias para bloques regionales de países en desarrollo. Sostuvo que la Ronda de Doha, tal como está planteada, pondrá en peligro el andamiaje que sustenta la sociedad integrada por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Pero EE.UU. rechazó esa demanda brasileña.
De acuerdo con la diplomacia de Itamaraty, la apertura de los mercados industriales tal como la plantean las grandes potencias destruiría el Arancel Externo Común del Mercosur, que es su columna vertebral. Si en la OMC no se tiene en cuenta "esa peculiaridad", Brasil no aceptará ningún acuerdo de Doha sostuvieron en en Brasilia.
En la campaña de quejas de las grandes potencias contra la diplomacia brasileña, que se acentuó los últimos días, el comisario de Comercio de la Unión Europea Peter Mandelson reclamó a Brasil que "aclare si no está dando un paso atrás" en las negociaciones con los grandes. Lo mismo sostuvo en declaraciones a Clarín la comisaria europea de Agricultura Mariann Fischer Boel. Mandelson dijo que hay un presunto "desequilibrio entre lo que se pide a los países ricos y lo que se pide a las naciones en desarrollo" (supuestamente a favor de estos últimos). Para el secretario de Comercio de los EE.UU. Carlos Gutiérrez, que estuvo esta semana en San Pablo, "llegó el momento de que Brasil use su liderazgo para convencer a las otras naciones en desarrollo" de las bondades de la propuesta de las potencias respecto de Doha.
Amorim se irritó al señalar que las grandes potencias quieren abrir mercados industriales sin dejar de proteger sus propios mercados agrícolas, donde países como Brasil y Argentina son más competitivos. Evaluó que ni Europa ni EE.UU. pretenden realmente reducir los subsidios dados a sus agricultores.
Tal como está planteada, la jugada de los países ricos es promover la apertura de los mercados de bienes industriales sin dar a cambio bienes industriales de los países en desarrollo ni concesiones reales en la eliminación de los subsidios a sus productores agrícola. Según advirtió Amorim, bloques como el Mercosur estallarían en varios pedazos si se acepta la propuesta norteamericana y europea en las negociaciones. El ministro brasileño pidió "flexibilidad" a los desarrollados respecto a las exigencias para bloques regionales de países en desarrollo. Sostuvo que la Ronda de Doha, tal como está planteada, pondrá en peligro el andamiaje que sustenta la sociedad integrada por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Pero EE.UU. rechazó esa demanda brasileña.
De acuerdo con la diplomacia de Itamaraty, la apertura de los mercados industriales tal como la plantean las grandes potencias destruiría el Arancel Externo Común del Mercosur, que es su columna vertebral. Si en la OMC no se tiene en cuenta "esa peculiaridad", Brasil no aceptará ningún acuerdo de Doha sostuvieron en en Brasilia.
En la campaña de quejas de las grandes potencias contra la diplomacia brasileña, que se acentuó los últimos días, el comisario de Comercio de la Unión Europea Peter Mandelson reclamó a Brasil que "aclare si no está dando un paso atrás" en las negociaciones con los grandes. Lo mismo sostuvo en declaraciones a Clarín la comisaria europea de Agricultura Mariann Fischer Boel. Mandelson dijo que hay un presunto "desequilibrio entre lo que se pide a los países ricos y lo que se pide a las naciones en desarrollo" (supuestamente a favor de estos últimos). Para el secretario de Comercio de los EE.UU. Carlos Gutiérrez, que estuvo esta semana en San Pablo, "llegó el momento de que Brasil use su liderazgo para convencer a las otras naciones en desarrollo" de las bondades de la propuesta de las potencias respecto de Doha.
Amorim se irritó al señalar que las grandes potencias quieren abrir mercados industriales sin dejar de proteger sus propios mercados agrícolas, donde países como Brasil y Argentina son más competitivos. Evaluó que ni Europa ni EE.UU. pretenden realmente reducir los subsidios dados a sus agricultores.
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