domingo, 21 de outubro de 2007

Una milonga para Cristina, la que está en boca de todos


Julio Blanck. jblanck@clarin.com

Qué no han dicho de ella, pobre mujer. Hasta "reina del bótox" le estampó su enemiga más directa, Elisa Carrió, de la que fue compañera de ruta en el Congreso, cuando se alineaban en la oposición en los años postreros del menemismo.

Le dicen cosas horribles de tono personal las mujeres, muchas de las cuales no consiguen disimular un poquito de envidia por su posición, su poder, su aspecto tan cuidado o la generosidad del presupuesto que destina a querer estar fantástica. Le dicen cosas horribles de tono político los hombres, muchos de los cuales no pueden evitar que se les escape el machismo, el rencor a su marido (el de ella) y hasta algo de envidia, también, por su posición y su poder.

Aquí insinuaron que no estaba recibida de abogada. Criticaron el despliegue insolente de su proselitismo en los medios oficiales. Le cuestionaron haber contratado expertos para cuidar su imagen, ablandándola de los rigores que arrastra como recuerdo lejano de la militancia universitaria pero están, sobre todo, arraigados en su propia naturaleza.

Parece que en las zonas menos acomodadas la van a votar a rolete. Las encuestas le sonríen. Y los periodistas le ladran, pero es apenas la mitad o menos de lo que ella le ladra a la prensa, a la que no quiere, ni comprende, ni valora.

Afuera no pasa desapercibida. En los Estados Unidos ya la llamaron reina y algunos acá creyeron que era un elogio. Y un poderoso empresario brasileño confió, en reunión reservada, que Cristina dejó óptima impresión entre el gobierno de su país y los jefes de los más grandes grupos económicos, que Lula le reunió en su última visita a Brasilia.

La revista italiana L'Espresso acaba de publicar un artículo sobre ella titulado "Después de Evita, la reina Cristina", donde la define como "amante del look vistoso, inteligente y agresiva". El periodista describe un acto de la candidata en Luján. Habla de la teatralidad de Cristina, del entusiasmo de la gente por acercarse a ella. "La nueva Evita cabalga elegantemente el parangón con el mito", arriesga. Y dice más: "La fábrica de ilusiones funciona a pleno régimen", aunque cuestionan que ella hable poco de los problemas que pronto tendrá que afrontar.

Otra muy influyente revista europea, la británica The Economist, tituló en su reciente edición "Cristina, un enigma familiar". Allí plantea que la gran duda es si Cristina "dará los pasos, esquivados por Néstor, que se necesitan para lograr un aterrizaje suave de la economía". Con acidez, comenta que "algunos dicen que Cristina no tiene ese toque humilde de la siempre recordada Evita". Y esto, porque recuerdan que la primera dama argentina "en el extranjero a veces es comparada con Hillary Clinton, pero en casa ella gusta invocar a Eva Perón".

Para enfriar un poco tanto ardor, para hacer algo menos dramático el debate y para recordar que todo empezó antes y es efímero, nos permitimos reproducir aquí, con el mayor de los respetos, parte de la milonga "Se dice de mí", escrita por Ivo Pelay y Francisco Canaro en 1943. Estas son sus estrofas más sabrosas, grabadas para la posteridad por la inigualable Tita Merello.



Se dice de mí...

Se dice que soy fiera,

que camino a lo malevo,

que soy chueca y que me muevo

con un aire compadrón,

que parezco Leguisamo,

mi nariz es puntiaguda,

la figura no me ayuda

y mi boca es un buzón.



Si fea soy, pongámosle,

que de eso aún no me enteré,

en el amor, yo sólo sé

que a más de un gil dejé de a pie.



Podrán decir, podrán hablar,

y murmurar, y rebuznar,

mas la fealdad que Dios me dio,

mucha mujer me la envidió

y no dirán que me engrupí

porque modesta siempre fui.

Yo soy así.



Y ocultan de mí...

Ocultan que yo tengo,

unos ojos soñadores,

además otros primores

que producen sensación.

Si soy fiera sé que, en cambio,

tengo un cutis de muñeca,

los que dicen que soy chueca,

no me han visto en camisón.


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