terça-feira, 9 de outubro de 2007

El SPD alemán, en caída libre

Kurt Beck, lider do SPD

JOSÉ COMAS - Berlín - El País

El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), que a finales del mes de octubre celebrará un importante congreso en Hamburgo para renovar sus dirigentes y el programa, sigue hundido en los sondeos de intención de voto. Al mismo tiempo, el SPD atraviesa una crisis de liderazgo que deja en entredicho a su presidente, el primer ministro de Renania-Palatinado, Kurt Beck, de 58 años, y además se abre una profunda división sobre la línea que debe seguir el partido. En vísperas del congreso de Hamburgo, los socialdemócratas alemanes discuten sobre si avanzar en el programa de recortes sociales Agenda 2010, iniciado por el canciller Gerhard Schröder en el gobierno, o dar marcha atrás para recuperar el voto de la izquierda y a los descontentos.

El presidente del SPD no pudo aguantar más. Indignado por el fuego amigo y las emboscadas de algunos de sus compañeros de partido, Beck dio un puñetazo en la mesa en una reunión de la presidencia en Berlín y pronunció una frase que hizo las delicias de la prensa y ocupó los titulares: "No estoy dispuesto a soportar esta mierda por más tiempo". Beck tiene una apariencia apacible, de gordo bueno, pero la permanente puesta en tela de juicio desde sus propias filas de su capacidad para dirigir el SPD le agotó la paciencia. En posteriores entrevistas Beck explicó el motivo de su exabrupto: "Alguna gente de tercera o cuarta fila que se esconde tras los arbustos y dice cosas más o menos inteligentes, pero irresponsables. No voy a tolerar que se entorpezca el trabajo de construcción en el que estamos empeñados".

Lo de tercera o cuarta fila es un eufemismo. Beck podía haber pronunciado con más propiedad la histórica frase "el enemigo está dentro", incluso en la primera línea del SPD. Apenas un par de días antes de la bronca de Beck dos de sus futuros vicepresidentes, el ministro de Exteriores, Frank Steinmeier, de 51 años, y el de Hacienda, Peer Steinbrück, de 60, que saldrán elegidos en el congreso de Hamburgo, más su antecesor en el cargo de presidente del SPD, el primer ministro de Brandeburgo, Matthias Platzeck, de 53 años, presentaron en la sede del partido en Berlín un libro con el título A la altura de los tiempos. Llamó la atención la ausencia de Beck en un acto que congregó a los primeros espadas del partido y que no figurase entre los autores de un libro que contiene una propuesta programática que consiste en continuar la línea trazada por el Gobierno de Schröder con la Agenda 2010 de recortes sociales para sanear las cuentas públicas y la Seguridad Social.

La izquierda del SPD, representada por la futura vicepresidenta Andrea Nahles, de 37 años, y el diputado Ottmar Schreiner, de 61, se oponen a las propuestas del trío Steinbrück-Steinmeier-Platzeck. Sostiene Schreiner la necesidad de corregir las reformas que introdujo el canciller Schröder: "Tenemos que mirar adelante y si algo salió mal hay que tener el valor de corregirlo". El deslenguado ministro de Hacienda Steinbrück calificó de "llorones" a los que se oponen a llevar adelante el programa de recortes que, según sus defensores en el SPD e incluso sectores de los socios de gran coalición democristianos (CDU / CSU), ha sentado las bases de la actual recuperación económica.

En esta división en las filas socialdemócratas, Beck ha optado por situarse al lado de la izquierda del SPD y ha propuesto modificaciones en la Agenda 2010 tales como aumentar el periodo de percepción del seguro de desempleo. No se sabe si cuando Beck llamó la atención sobre los que le disparaban escondidos tras los arbustos pensaba en el vicecanciller y ministro de Trabajo, Franz Müntefering, de 67 años. Este veterano político ex presidente del partido salió al paso de las propuestas de Beck y afirmó que no se puede dar marcha atrás en las reformas. El enfrentamiento entre estos dos pesos pesados, Beck y Müntefering, es el tercero en poco tiempo. A la propuesta de Beck de que ha de intentarse la prohibición del neonazi Partido Nacional Democrático (NPD) se opuso Müntefering. Cuando Beck dijo que el SPD nunca formaría coalición en el oeste de Alemania con el partido La Izquierda, Müntefering replicó que esa decisión corresponde a los dirigentes de cada land y no a la dirección federal del partido.

Todas estas divisiones socavan el liderazgo del presidente del partido, que sigue refugiado en su gobierno de Renania-Palatinado, a 700 kilómetros de Berlín, donde se cuecen las decisiones políticas. La ausencia de Beck deja un vacío que ocupan sus potenciales competidores con declaraciones que evidencian la división existente y la falta de un rumbo claro en la socialdemocracia.

Esta situación tiene reflejo en los sondeos de intención de voto. Los más recientes dejan al SPD en torno a un 25%, casi 15 puntos menos que los democristianos (CDU / CSU), que acarician el 40%. Más de un 70% aprueba la gestión de la canciller democristiana, Angela Merkel. En un enfrentamiento electoral simulado, Merkel arrollaría a Beck, que ni siquiera ganaría la votación entre los que se declaran simpatizantes del SPD.

Con un líder en tela de juicio y sin rumbo programático, el SPD celebrará a final de mes un congreso que deberá elegir la nueva dirección. La suerte de Beck es la ausencia de alternativa. Tal vez porque en el SPD nadie está por la labor de quemarse en lo que parece una derrota anunciada en las elecciones de 2009, aunque hasta entonces las cosas pueden dar muchas vueltas. La socialdemocracia alemana está en crisis y a punto de perder por la izquierda una vez más en su historia los votos y la adhesión de los jóvenes. En los ochenta la aparición del partido ecopacifista Los Verdes supuso una enorme sangría de votos y militantes a la izquierda del SPD.

Ahora esto podría repetirse con la irrupción de La Izquierda, el partido formado por los poscomunistas del Este y los socialdemócratas decepcionados del oeste. Los últimos sondeos dan a La Izquierda una intención de voto del 12%, que se produce a costa del SPD. Un dato pone de manifiesto el envejecimiento del SPD, además de la caída vertiginosa de afiliados. La media de edad de sus militantes ronda los 58 años.

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