O casamento de Sarkozy, apagará o divorcio com os franceses?
La caída de Sarkozy en los sondeos tras su idilio con Bruni arrastra a su partido
J. M. MARTÍ FONT - París - EL PAÍS
La popularidad del presidente Nicolas Sarkozy sigue en caída libre. Nada menos que ocho puntos ha perdido en un mes, según el barómetro mensual de TNS Sofres para Le Figaro, y 11, en el de CSA. Lejos están las cifras récord de aprobación superiores al 60%. Sólo un 41% de los franceses tiene confianza en el jefe del Estado frente a un 55% que no confía en él. Un dato que le acerca peligrosamente a su predecesor en el Eliseo, Jacques Chirac, que perdió el favor de sus compatriotas con igual rapidez, a principios de 1996, tras haber capeado las grandes huelgas de 1995.
Las elecciones municipales de marzo están a la vuelta de la esquina y desde la Unión por un Movimiento Popular (UMP), donde la “apertura” del presidente a gente de la izquierda ya no sentó muy bien, se teme ahora que la derecha acabe sufriendo un descalabro y pierda pie en el poder local, que ya no controla demasiado. París, dicen las encuestas, seguiría en manos del socialista Delanöe, y otras grandes ciudades podrían virar a la izquierda.
Los paralelismos con su predecesor no acaban ahí. Chirac había basado su campaña en denunciar “la fractura social” y pronto los franceses se dieron cuenta de que no iba a remediarla. Sarkozy, en el deterioro del poder adquisitivo, prometió que se podría ganar más, trabajando más. Chirac tuvo que navegar en los mares del desempleo masivo. Ahora, en este frente, el Gobierno de François Fillon -cuya popularidad supera a la del presidente- puede exhibir unas cifras más que satisfactorias. El desempleo se ha reducido en un 10% durante el año pasado -casi 200.000 parados menos- y se sitúa en el 8% de la población activa.
Pero la opinión pública no parece percibirlo. Algunos analistas aseguran que no se nota porque no ha habido una gran creación de empleo, sino un importante aumento de trabajadores que llegan a la jubilación. Lo cierto es que los franceses han llegado a la cuesta de enero con los bolsillos vacíos y su presidente, preguntado por ello, se ha limitado a decirles: “¿Qué esperan que haga? ¿Que vacíe las cajas del Estado que ya están vacías?”. Hay que apretarse el cinturón, viene a decirles el inquilino del Elíseo, los tiempos no están para gastos.
Y es ahí donde el deterioro de su imagen se acentúa. Su pasión por el lujo, las imágenes de su idilio con la ex modelo Carla Bruni, su adscripción a lo que se ha definido como sociedad bling bling, en referencia al ruido que hacen las joyas balanceándose en torno al cuello, ha hecho más daño a la popularidad de este hijo de inmigrantes que la resistencia de determinados colectivos laborales a someterse a las reformas.
Las fotos con Bruni han desaparecido de la prensa. Y el pensador de cabecera de Sarkozy, Henry Guaino, se multiplica en los programas de debate para contrarrestar con su solidez intelectual el bling bling que suena en el Eliseo.
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